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La solvencia de las empresas, al nivel de los 'bonos basura'

La crisis eléctrica tuvo ayer su primer efecto en la solvencia que las agencias de calificación de deuda otorgan a las empresas. Las principales agencias degradaron ayer al nivel de los bonos basura el estado de la deuda de las distribuidoras.

Moody's rebajó ayer la calificación del crédito y de la deuda de Pacific Gas & Electric, sólo un días después de que Standard & Poor's adoptara la misma medida. Con este panorama, es poco probable que el poder de los consumidores pueda garantizar que las luces siguen encendidas.

La actual situación deriva de una polémica desregulación del sector eléctrico. California fue el primer Estado en desregularlo, hace ya cinco años. Dos docenas de Estados están implicados en procesos semejantes, aunque por ahora sin haber sufrido los problemas que han puesto de rodillas al mayor, más habitado y de más fuerte economía del país.

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Hasta 1996, la electricidad de California era producida y distribuida por las mismas compañías (Pacific Gas& Electric, en el norte; Southern California Edison, en el sur, y San Diego Gas & Electric en la zona de la frontera con México) a precios fijados por el Estado. La separación de ambas vertientes del negocio, se dijo entonces, produciría una saludable competencia y precios más bajos. Las tres sociedades se quedaron con la red y fueron obligadas a desprenderse de casi toda la generación, que pasó a ser controlada por algunas compañías californianas y grandes entidades de fuera del Estado.

El legislador previó que con la competencia, las distribuidoras adquirirían en el mercado energía a precios bajos y puso un límite a las tarifas que se podían aplicar a los consumidores. Es lo que ahora ha sido calificado de 'descomunal y peligroso fracaso' por el propio gobernador Gray Davis.

Lo sucedido es que, ante la incertidumbre de qué iba a ocurrir con el sector, California lleva una década sin construir nuevas plantas, al tiempo que se ha disparado el consumo por el dinamismo de la economía. Las generadoras, que estaban llamadas a pugnar por las atenciones de las distribuidoras y rebajar los precios, se han visto asaltadas por crecientes demandas de las distribuidoras, a las que aplican tarifas de mercado que varían a cada momento. En estos días, el precio ronda los 700 dólares por megawatio hora, unas diez veces más de lo que las distribuidoras pueden tarifar a los clientes.

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