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El Kutxaespacio de la Ciencia de San Sebastián espera recibir unos 125.000 visitantes cada año

Mikel Ormazabal

El Kutxaespacio de la Ciencia se rige por una fórmula muy simple: ciencia más diversión elevado al cuadrado. En palabras de Juan Luis Urkola, director de Comunicación de la Kutxa, entidad promotora del museo donostiarra, 'no es un escaparate sobre la ciencia, sino un espacio interactivo donde el público está obligado a manipular los experimentos'.

'Nuestro lema es 'se prohíbe tocar', insiste Urkola. En el libro de guía para comprender todos los elementos se dice que 'la información científica se presenta de forma atractiva, con un nuevo estilo de comunicación a través de la manipulación de los objetos y la realización de experimentos'.

Este complejo científico pretende ser 'una herramienta pedagógica para los estudiantes, los profesores y el público en general', afirmó ayer Urkola durante la presentación de los contenidos y características del nuevo museo. De los 2.400 metros cuadrados de que constan las instalaciones, mañana se abren al público un parque temático con 160 módulos experimentales, el txikiklik dirigido a los niños y la sala de exposiciones temporales, que se estrena con Dinosauria 2001. El retraso de las obras han aplazado la apertura del observatorio astronómico, el planetario y el teatro de la ciencia, un área donde se realizarán demostraciones prácticas ante el público.

La Kutxa ha invertido 2.100 millones de pesetas (12,6 millones de euros) y destinará para cubrir el presupuesto anual 240 millones, un tercio de los cuales se financiará con los ingresos de la taquilla. Los responsables de la entidad bancaria, que han tomado como referencia el público que acude al Planetario de Pamplona y al Parque de la Ciencia de Granada, calculan una asistencia media de unas 10.000 personas al mes. El edificio, diseñado por el arquitecto donostiarra Joaquín Montero, estará abierto todos los días hasta las 18.00, salvo los lunes, que permanecerá cerrado.

El director del Kutxaespacio de la Ciencia, Félix Ares de Blas, explicó que el objetivo del museo es que esté 'siempre vivo'. Con esta finalidad se trabajan ya en su ampliación y se han establecido contactos con dos empresas del Parque Tecnológico de Miramón, donde tiene su sede el museo, para estudiar la posibilidad de abrir dos nuevas secciones.

En estos momentos, el área que alberga la exposición permanente contiene diez secciones muy diversas, desde el jardín de los elementos, situado en el exterior del recinto museístico, hasta el txikiklik, una habitación muy colorista donde los niños podrán descubrir el secreto de un teléfono, qué existe detrás de un enchufe para que llegue la electricidad o el funcionamiento de los electrodomésticos, entre otras aplicaciones didácticas.

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Conexión con el 'Hubble'

Ares de Blas citó algunos ejemplos, como un aparato que simula terremotos, el descubrimiento del péndulo de Foucault, el movimiento de una bola del mundo de 2.500 kilos de peso que se sostiene en el aire sin ningún soporte o la demostración del efecto invernadero sobre la Tierra. Los módulos experimentales abordan campos como la óptica, la mecánica, la electricidad, la luz, las telecomunicaciones y el mundo de las percepciones sensoriales, entre otros.

El museo donostiarra, además, tiene otra atracción en el observatorio astronómico, que está conectado al telescopio espacial Hubble, del que se captarán, por ejemplo, imágenes sobre las manchas solares, las fases de Venus o los movimientos de Júpiter. En el planetario hay 40 proyectores de diapositivas, tres cañones de vídeo, sonido de calidad extra, efectos especiales y un proyector de estrellas digital como sólo hay dos en España. El museo científico donostiarra se suma a otros similares ya existentes en A Coruña, Madrid, Barcelona, Valencia y Granada, o el de Poitiers en Francia.

Dinosaurios en acción

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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