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El Gran Wyoming celebra sus 25 años junto a Reverendo en Luz de Gas

La televisión, y muy concretamente el programa Caiga quien caiga, ha convertido el rostro de El Gran Wyoming en uno de los más populares. Una ascensión vertiginosa, en poco más de tres años, que poco o nada tiene que ver con la larga carrera del humorista madrileño que, en compañía de su fiel Reverendo, lleva más de un cuarto de siglo recorriendo bares y cafés de la Península con su peculiar sentido del humor. Para conmemorar ese primer cuarto de siglo juntos, Wyoming y Reverendo acaban de editar un doble disco antológico que esta noche presentarán en Barcelona con un concierto en Luz de Gas.

'Es nuestro primer y último disco', explicó contundente Wyoming. 'No tenemos más canciones y no estamos dispuestos a dedicarle el tiempo que requiere el escribir otras nuevas. Ya no me veo escribiendo sobre según qué temas; en pocas palabras, ya no me masturbo en público'.

El doble disco que hoy se presenta con el ya peculiar título de Antolojía reúne un total de 18 canciones con sus correspondientes introducciones habladas más ocho rarezas. Entre esas rarezas se incluyen tres canciones de la época rockera del dúo cuando ambos militaban en el grupo Paracelso. 'El primer disco está grabado en 1996 en la sala Galileo Galilei de Madrid sin realizar ningún retoque de estudio posterior. El segundo lo hicimos hace poco en un estudio con un grupo de amigos e incluye las canciones que aquella noche no cantamos. Sólo han quedado fuera de la recopilación algunas que por su tema hoy podrían ser malinterpretadas. En un afán de epatar cantábamos canciones que, en su momento, eran muy truculentas pero que finalmente se han convertido en realidad. No nos ha parecido bien recuperar viejas canciones que hablan de asesinatos en Zamora o mujeres que se sienten culpables y piden ser golpeadas. Otra que tampoco hemos incluido, aunque aún no sabemos si se ha producido, es Sodomía en la alcaldía'.

Wyoming y Reverendo se conocieron en 1972 y tres años después se incorporaron al grupo de rock sinfónico Paracelso. Una vez disuelta la banda, cantante y pianista siguieron su peculiar carrera en todo tipo de bares de Madrid. 'Al principio cantábamos cosas de Machín, boleros, cuplés o fragmentos de zarzuela, pero dada mi inseguridad alargaba mucho las presentaciones explicando todo tipo de cosas. Poco a poco me fui dando cuenta de que la gente reía cuando hablaba y no parecía pasárselo tan bien cuando cantaba. ¡Incluso un empresario al acabar la primera parte me preguntó si la segunda podía ser sólo instrumental! La situación era curiosa, yo hablaba en serio y la gente se reía así que sólo cabían dos posibilidades: desesperarme y dejarlo o decir ¡esto es un filón! Sin esa situación y mi aversión al trabajo físico yo nunca hubiera sido artista'.

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