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Pamplona acoge una muestra de la espiritualidad del 98 de Cristóbal Ruiz

Extremadamente culto, activista republicano y exiliado en Puerto Rico desde el año 1938, del jienense Cristóbal Ruiz (1881-1962) dijo Azorín que plasmó como nadie la actitud espiritual de los escritores del 98 en sus versiones del paisaje español. Caja Navarra presentó anteayer en Pamplona (Galería Castillo de Maya, hasta el 25 de febrero) una muestra monográfica de cuarenta obras de Ruiz, hecho que sobresale además por la escasez de exposiciones que han acercado al gran público el trabajo de este pintor de tonalidades suaves, luminosidad y armonías, siempre a caballo entre las generaciones del 98 y el 27.

Cristóbal Ruiz nació en la localidad de Villacarrillo, en Jaén, y murió en el exilio mexicano. Ausente durante demasiadas décadas de casi todos los libros y de casi todas las exposiciones o museos, su figuración pausada, enigmática, heredera del post-impresionismo, está siendo recuperada del olvido de la memoria en los últimos años. Ahora los pamplonicas tienen una oportunidad de revisar la obra de una vanguardista español olvidado por los años de exilio.

La exposición que se inauguró en Pamplona reúne numerosas muestras de uno de sus géneros preferidos, el retrato, junto a panorámicos paisajes de extraña luz, bodegones y dos obras al carboncillo. Fernando Francés, comisario de la muestra, destacó la presencia de Cristobal Ruiz en el manifiesto del Salón de Artistas Ibéricos, en 1925, y de la consiguiente exposición artística colectiva que representó el aldabonazo de la vanguardia para la renovación del arte español. La apertura de la pintura nacional a las nuevas tendencias artísticas europeas.

Colecciones particulares

El conjunto de obras de Ruiz expuestas en la capital navarra proceden en su mayor parte de coleccionistas particulares que las adquirieron en el exilio. También hay cuadros de los escasos museos españoles que poseen obras del artista, entre ellos el Reina Sofía, el Museo Provincial de Jaén y el Museo de Arte Contemporáneo de Bilbao, que adquirió dos cuadros a principios de siglo, tras una exposición del pintor andaluz que se saldó con un clamoroso éxito de ventas.

Formado entre España y París, su amistad con el pintor Modigliani tiene un claro reflejo en algunas de las más sobresalientes de sus obras como Marina de Suances (1924). En otras piezas, su sencillez y austeridad le acercan al realismo solitario que varios años después haría famoso al estadounidense Edward Hopper.

Coqueteando con el fauvismo y con el expresionismo, pero sin perder nunca la figuración, Ruiz creó un universo de rostros y paisajes de tendencia surrealista que tuvo en los tipos caribeños una de sus fuentes de inspiración más interesantes. eset motivo está muy presente en la exposición de Pamplona, donde además se pueden observar otras obras como los retratos de Rubén Darío y de la violinista Lola Palatín, de algunos de sus familiares y desnudos de modelos femeninos.

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