La descomposición del GIL en Ceuta
El presidente Sampietro se enfrenta a un Gobierno roto por la fuga de cinco consejeros y el acoso de la oposición
El presidente de Ceuta, Antonio Sampietro, llegó a la ciudad autónoma en junio de 1999 con una fotocopia del programa electoral con el que Jesús Gil, el polémico presidente del Atlético de Madrid y alcalde de Marbella (Málaga), consiguió la mayoría absoluta durante tres elecciones consecutivas. Policías en cada esquina, limpieza en las calles, obras faraónicas y desprecio a los políticos. Con este mensaje, cien por cien gilista, Sampietro vaticinó que los inversores harían cola. De todas las promesas del programa electoral, sólo existe constancia de más policías, una planta de transformación de basuras y un centenar de pisos a medio construir. Sampietro se enfrenta ahora a dos procesos por cohecho abiertos por Anticorrupción, un Gobierno quebrado por la fuga de cinco consejeros y una oposición parlamentaria mayoritaria y hostil. ¿Qué ha pasado en el GIL de Ceuta que justifique semejante descalabro?
El nuevo secretario regional del PP es el encargado de desmantelar el entramado económico del GIL
En enero, un dirigente del PP fue abordado por el consejero del GIL Jesús Simarro. Confidencialmente le preguntó: '¿Habría alguna posibilidad de reconducir esta situación? Estamos viendo barbaridades'. El parlamentario del PP le respondió: 'Vosotros veréis. Si continuais en el Gobierno sois cómplices'. Pasaron dos meses y el descontento en el seno del GIL iba en aumento. Desde el primer momento se crearon dos bandos: el formado por el presidente, Antonio Sampietro, sus dos vicepresidentes, Manuel de la Rubia y Juan Carlos Ríos, el consejero de Fomento, Aurelio Mata, y el presidente de la Autoridad Portuaria, José Eladio González Ríos. Enfrente, el resto de consejeros, especialmente los cinco que ahora se han pasado al Grupo Mixto y aliado con el PP para, con la mayoría parlamentaria que han formado, obligar a dimitir a Sampietro y desalojar al GIL del Gobierno.
La crisis estalló en marzo. Simarro, ex consejero de Obras Públicas y Medio Ambiente, y líder de los tránsfugas, asegura que no podían gobernar por falta de presupuesto. En marzo transmitió a Sampietro su intención de dejar el Gobierno, y éste reaccionó convocando una reunión de lo más insólita. Todos los cargos electos del GIL en Ceuta, incluidos los más de 80 que se trajo Sampietro desde la Costa del Sol, abarrotaban el salón de actos de las Murallas Reales. La primera fila, vacía, aguardaba la llegada de los disidentes. Éstos fueron convocados por Sampietro para 'hablar de los problemas' sin tener idea de la presencia de los demás.
'Creíamos que íbamos a reunirnos sólo con él', señala Simarro. Su sorpresa fue mayúscula. Nada más tomar asiento, desde el escenario, uno de los vicepresidentes, con el micrófono en una mano y la otra apuntándoles, dijo: 'Éstos son los que quieren dimitir y dejaros en el paro'. Y entonces 'se pusieron todos de pie, nos rodearon y empezaron a gritar: ¡Cabrones, cabrones¡', añade Simarro.
Desde la encerrona, la tensión fue en aumento. La gota que colmó el vaso fue la presentación, en abril, con cuatro meses de retraso, de los presupuestos para el año 2000, 25.000 millones desigualmente repartidos, con dos tercios destinados al área del grupo de confianza de Sampietro, 1.007 millones para pagar los salarios del centenar de altos cargos nombrados por éste y la parte del león para las sociedades municipales controladas por consejos de administración designados íntegramente por el GIL. Este particular método de gestión municipal del GIL ha originado múltiples investigaciones de los tribunales ordinarios.
'Nos dejaron casi sin fondos para gobernar. Fue entonces cuando tomamos la decisión de marcharnos', señala Simarro, pero aún esperaron a que se presentara un proyecto -la venta del casino-, que, según dice, les escandalizó, para plantear abiertamente al PP la alianza que finalmente se ha formado. 'Querían triplicar el valor del casino para que lo adquiriera la Asamblea Municipal. Se trataba de un auténtico pelotazo. No quisimos saber nada'. En el GIL niegan esta operación y acusan a los disidentes.
En este ambiente enrarecido, hubo quien recurrió a Jesús Gil. El alcalde de Marbella invitó al Gobierno entero, con sus cónyuges, a pasar unos días en su feudo malagueño y trató inútilmente de resolver la crisis. Nada más regresar a Ceuta, los cinco consejeros dimisionarios firmaron con el PP un 'documento de lealtad' que les ligaba para desbancar a Sampietro.
Los del GIL han cumplido su palabra. Los del PP, también. Las Consejerías del futuro Gobierno están repartidas. Dejan fuera al candidato del PP de las pasadas elecciones autonómicas, Jesús Fortes, a quien desalojó Sampietro del Gobierno con la ayuda de la tránsfuga Susana Bermúdez, y apuestan por Juan Vivas, el nuevo secretario general del PP ceutí.
Vivas, economista de 47 años, encabeza la operación de desmantelamiento del entramado económico del GIL. Y han empezado pidiendo al Parlamento autónomo -en el que tienen la mayoría- que anule la partida de los presupuestos destinada a pagar los salarios del centenar de puestos de confianza nombrados por el GIL. 'Es una indecencia que haya tanto alto cargo cobrando sin hacer nada', dice, y se indigna al comentar que para mantenerlos cada familia ceutí destina 70.000 pesetas anuales de sus impuestos. Otra de sus prioridades consiste en destituir a los presidentes de las principales sociedades municipales y sustituir a sus consejos de administración, así como impedir la creación de otras cinco que el GIL ha sometido a la aprobación del pleno de la Asamblea. A Vivas le indigna que los miembros de estos consejos de administración, todos del GIL, cobren 100.000 pesetas simplemente por asistir a reuniones ordinarias.
Mientras la oposición siega la hierba bajo sus pies, Sampietro se aferra al puesto desde el hospital de Marbella en el que ingresó el pasado martes tras padecer un amago de angina de pecho. Sampietro ha reiterado que no dimitirá. El PP asegura que el mismo martes les pidió una 'salida digna' y que cambió de opinión cuando sus vicepresidentes le pusieron al tanto de una presunta operación del anterior líder local del PP, Jesús Fortes, para obtener una nueva mayoría con el GIL y los tres diputados del partido musulmán. Fortes lo niega mientras el PP recopila grabaciones con las declaraciones en radio de sus supuestos aliados. Con ellas esperan que la ejecutiva nacional del PP abra un expediente de sanción a Fortes.
Mientras la embrollada situación política de Ceuta sigue su curso, la justicia pisa los talones al Gobierno del GIL y a su presidente. La Fiscalía Anticorrupción sigue investigando los presuntos cohechos por el cambio de voto de Bermúdez en la moción de censura y la supuesta exigencia de comisiones para renovar el contrato de la mutua encargada de los seguros de los funcionarios. En los tribunales ordinarios está presentada una querella contra un consejero del GIL que presuntamente pidió a un promotor local un recibo de 1,5 millones por servicios que no realizó. Y el Juzgado número 9 de Madrid acaba de llamar a declarar a Sampietro como imputado en la valoración fraudulenta que habría permitido a Jesús Gil apropiarse de 208 millones de las arcas municipales marbellíes en beneficio propio.
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