_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Capricornio

Señoras y señores:

Soy J. V. K. y soy astrólogo. Aunque soltero, pertenezco al signo Capricornio, la Cabra, y me gano la vida honestamente confeccionando horóscopos para diversas publicaciones madrileñas y de Castilla-La Mancha (también colaboro en boletines comerciales de Andorra). Si menciono lo más ostentoso de mi currículo internacional, no es por alardear, sino para dar a entender que no soy un impostor, ni mucho menos un intruso. Sé lo que me traigo entre manos, hasta el punto de que tengo un trato más fluido con las estrellas que con la gente, dicho sea sin señalar. No estoy dispuesto a tolerar que un advenedizo sin ciencia ni conciencia ponga en tela de juicio mis saberes y la exquisita solvencia profesional de mis predicciones.

Una vez puestos ustedes al tanto de mi talante intelectual, paso a señalarles el motivo de este alegato. A principios de mes publiqué una carta astrológica de Madrid para el mes de enero que es válida para todo el milenio. Tras muchos años de estudio y cavilaciones sobre ciertas conjunciones astrales sólo accesibles a los iniciados, he llegado a la conclusión de que ésta es una ciudad Capricornio, como un servidor, como el mes de enero. A modo de resumen concluí con esta sentencia meridiana: 'Madrid es Capricornio como demuestran las interferencias de Marte con la Osa Mayor. Por mal que les siente a algunos indocumentados, una de dos, o este pueblo tiene cuernos o está como una cabra, o bien ambas cosas a la vez'.

Los ataques que estoy recibiendo por culpa de esa evidencia lapidaria son bochornosos y ya me están tocando las partes más delicadas de mi cuerpo mortal. Un sujeto de cuyo nombre no quiero hacer publicidad ha tenido la desfachatez de llevarme a los tribunales por propalar insidias sobre la capital de la nación. No pienso estrellarme contra un soplagaitas que desdeña el lenguaje de las estrellas. Pero quiero dejar claro de una vez por todas que, cuando digo cuernos, no me refiero a los apéndices óseos que coronan la testa de algunos héroes, sino que, aquí, a poco que te descuides, te empitonan.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_