El gazpacho
Es complicado eso que el Gobierno ha dado en llamar indulto. El de Gómez de Liaño. Pasa, un poco, como con las vacas locas. No sabes cuál es la vaca sana, ni cuál es la vaca local. Te haces un lío. Con tanta opinión distinta, te encuentras en la obligación de tener la propia. No se confía ni en los ministros. Celia dice: al caldo, nada de huesos, y su compañero de Gabinete, el ministro Arias, se pone de caldo de vaca hasta las trancas. Toca estudiar la vaca. Hay que saber de amígdalas, cerebro, médula o espinazo a la hora de hacer el caldo y contar con un buen libro de cocina.
Igual sucede con el indulto. También tiene libro: Las Partidas. En Las Partidas se cuenta cómo se hace el caldo de un indulto. Es el acto de 'perdonar al ome la pena que debe rescebir por el yerro que avía fecho'.
El libro dice: para que el indulto se aplique es necesario un hombre. En el caldo, un hueso, aquí un ome. Lo tenemos (Gómez de Liaño). Además, que cometiera un yerro, si no, no hay caldo. También lo tenemos. Y muy bueno. Cometió tres yerros (tres condenas por prevaricación). Algo más: que haya pena por rescebir. Sin ella, no se puede hacer el caldo. Se podrá hacer un gazpacho, pero no el caldo, por muy buena voluntad que tenga el cocinero.
Es normal que, si falta un ingrediente, el Tribunal Supremo haya dicho que no se toma el caldo que le ha preparado el Gobierno, que el caldo es un gazpacho y Liaño, Liaño se queda. La expulsión de la carrera es una consecuencia anterior al indulto. No se puede indultar. Además, el indulto no cancela los antecedentes penales, y un juez no puede ejercer con antecedentes penales por delito doloso, por muy Liaño que se llame. En fin, que la interpretación y aplicación de la ley es cosa del Supremo, no del candidato al indulto ni del Gobierno.
De todas formas, a estas alturas del Gobierno, no sé qué puede extrañar. Su tendencia al control en todos los sectores y al absolutismo son el pan de cada día. La Ley del Menor, la de Extranjería, el Real Decreto que pretende regular el foro para la Inmigración y las palabras de Fraga diciendo a la justicia que tirar vacas muertas en una mina abierta no constituye nada punible, son ejemplos de un estilo de gobierno.
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