La hermana de Iruretagoyena llama 'asesinos' a los ediles de EH y uno de ellos condena el atentado fallido
'No tenéis vergüenza, no sois más que unos asesinos'. Los gritos de Inmaculada Iruretagoyena, hermana del concejal del PP que ETA mató en Zarautz hace tres años, tensaron ayer el ambiente del pleno convocado tras el atentado fallido de la víspera contra la cúpula popular del País Vasco. Se oyeron en la misma sala en la que hacía tres años y un día los familiares y representantes municipales lloraron el asesinato de José Ignacio Iruretagoyena. También como entonces, todos los partidos -EA, PNV, PSE-EE y PP-, salvo EH, condenaron la acción terrorista.Se cumplió así nuevamente con el ritual político que sigue a cada atentado. Salvo en un aspecto. Danel Iruretagoyena, uno de los tres concejales de EH, se desmarcó de la postura oficial del partido y tachó de 'éticamente inaceptable y políticamente negativo' la colocación de la bomba preparada para estallar durante la ofrenda floral.
Fue después de que Maite Etxaniz (EA), la alcaldesa de este municipio de 18.752 habitantes, leyera un texto que plasmaba los comentarios que se escuchaban mayoritariamente a pie de calle. 'Quienes ayer intentaron asesinar por segunda vez a José Ignacio, a su familia, a sus amigos y compañeros del PP', dijo, 'quienes jalean este tipo de acciones (...) sólo provocan en nosotros, representantes del pueblo de Zarautz, nuestro mayor desprecio y rechazo'. En todos, menos en EH, cuyos representantes se abstuvieron en la votación. Su portavoz, Juan María Agirre, enmarcó el intento de atentado en 'el conflicto que viven Euskal Herria y el Estado' y advirtió de que su formación hará 'frente a la actitud que mantienen PP y PSE-EE (...), que han escogido el camino de la represión y el sufrimiento'.
El dolor lo escenificó en ese momento Inmaculada Iruretagoyena y la respuesta más fría llegó del socialista Patxi Elola. 'Me gustaría saber', dijo, 'si nos haréis frente con acciones como las del cementerio'. Agirre esquivó la pregunta. Horas más tarde, los ciudadanos condenaron la violencia en una concentración que tuvo que ser desplazada del lugar previsto; la policía local había detectado que la tierra había sido removida en unas jardineras. La Ertzaintza concluyó finalmente que fue una falsa alarma.
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