'La expulsión de los sefardíes es como la Ley de Extranjería hoy'

Shalom Sefarad: El Conocimiento es el título de la última obra publicada por Gonzalo Hernández Guarch (Barcelona, 1945), un arquitecto y urbanista afincado en Almería que compagina su profesión con la creación literaria. Esta novela, primera parte de una trilogía que ya ha completado, se distribuye gratuitamente entre los viajeros de Alsa Grupo y trata de introducir al lector en la España del siglo XVI, cuando los Reyes Católicos ordenaron la expulsión del pueblo sefardí.

Pregunta. Parece una iniciativa atractiva repartir libros gratuitamente entre viajeros de autobús.

Respuesta. En la antigüedad clásica siempre hubo gente que ayudaba a los artistas. La iniciativa de Alsa, que distribuirá 50.000 ejemplares de mi libro, me parece muy bien. Creo que es un buen ejemplo para difundir la cultura, del que todas las empresas deberían aprender. Me parece que éstas tendrían que dedicar parte de sus ingresos a la cultura.

P. Sus libros suelen estar ambientados en otras civilizaciones y en temas tan de actualidad como la emigración, ¿por qué?

R. Soy un viajero nato y tengo gran inquietud por el mundo que me rodea. Creo que eso debe hacernos aprender a todos cómo ser menos egoístas y asimilar lo bueno de lo que se nos viene encima. En estos momentos hay muchos seres humanos llamando a nuestra puerta y tenemos que abrirla. La expulsión de los judíos sefardíes, de la que se habla en el libro, es como la Ley de Extranjería hoy. Parece que se pretende repetir todo aquello y no lo entiendo. En el tercer milenio habrá una amplia movilidad de personas y tenemos que asumir que lo que está pasando ahora es sólo la punta del iceberg.

P. ¿Se aprecia la cultura en una sociedad saturada de información?

R. La difusión de la información es lo positivo de este mundo. Lo que ocurre no se puede ocultar. Pero no hay una capacidad por parte de la sociedad para enseñar a valorar y apreciar la cultura, que es lo que le proporciona al ser humano la posibilidad para entender lo que le rodea. Como no se toma la precaución de valorar la cultura, la gente no puede y asimilar toda la información que tiene alrededor.

P. ¿Ha sentido la tentación de trasladar su experiencia profesional como arquitecto a la literatura?

R. No. En mis libros me hace ilusión hablar de seres humanos, de civilizaciones, pero no de arquitectura. Quizá porque estoy algo saturado. Hoy se hace una arquitectura muy vulgar porque es lo que pide el medio y el medio no es culto porque lo que manda es el dinero. La incultura parcial produce fascismo y traumas en la sociedad. Pero creo que hay espacio para el optimismo, que al final la gente se hartará del sentido economicista y querrá volcarse en otras cosas.