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Reportaje:

Ministros a la carrera

Una revista de coches desvela las numerosas infracciones de tráfico de los altos cargos franceses tras seguirles durante días

Jacques Chirac, cuando fue elegido presidente de la República Francesa, en 1995, prometió: 'Desde este momento, los ministros se desplazarán respetando las mismas normas que los demás ciudadanos'. Se trataba de acabar con la imagen de prepotencia de los altos cargos del mitterrandismo, de poner fin al desfile, por el centro de París, de coches oficiales lanzados a 120 kilómetros por hora, abriéndose paso a base de gendarmes motorizados, sirenas y luces centelleantes. 'Quiero que los coches oficiales respeten los semáforos', añadió Chirac, durante largos años alcalde de París.

La revista Auto Plus ha querido saber si las consignas presidenciales han sido respetadas y encargó a un equipo de dos periodistas que siguieran durante 15 días a todos los ministros motorizados que se les pusieran a tiro. Para ello les dotó de dos scooters bien distintos con varios cascos de diferentes colores, una manera simple de no hacerse sospechosos desde un primer momento. Algunos de los cascos llevaban incorporada una minicámara numérica para filmar las operaciones de seguimiento y los reporteros disponían de unos gemelos idénticos a los que utiliza la policía para detectar los excesos de velocidad.

El resultado no es muy brillante para las autoridades, sobre todo para los titulares de Transportes -responsable de la seguridad en carretera- y Justicia -su ministerio decreta el encarcelamiento de quienes cometen el delito llamado de 'gran velocidad'. El comunista Jean-Claude Gayssot, después de ser seguido durante 500 kilómetros, se había saltado dos discos rojos, tres veces había cruzado en ámbar, en una oportunidad había utilizado el carril-bus y le habían cazado en cuatro ocasiones rodando a mayor velocidad de la permitida. Para un ciudadano normal eso hubiera supuesto perder 17 puntos de los 20 que cuenta un carné de conducir, lo que equivale a tener que examinarse de nuevo y tener que pagar 14.520 francos (unas 360.000 pesetas) en concepto de multas.

Marylise Lebranchu, ministra de Justicia, batió todos los récords en menos de 10 kilómetros por el interior de París: tres discos rojos no respetados, una línea continua que conoció igual falta de consideración y una calle recorrida en dirección contraria. Total, 19 puntos menos y 20.900 francos de multas.

Gayssot precisó: 'Las infracciones sólo han sido cometidas en el ejercicio de mi función ministerial', es decir, que luego, cuando volvía a su casa, el coche oficial y su chófer cesaban en el empeño por transgredir todas las reglas del Código de Circulación. 'Normalmente los abogados, albañiles, periodistas o artistas de circo también querrían poder extralimitarse en el ejercicio de su profesión. ¿Por qué no pueden?', le preguntó un ingenuo. 'Se lo acabo de explicar', respondió Gayssot con una sonrisa crispada.

Lo cierto es que sorprende descubrir que Dominique Voynet, ministra del Medio Ambiente y defensora encarnizada del transporte público, sea la que más a menudo utiliza el carril-bus para su auto, o que Hubert Védrine, el titular de Exteriores, virtuoso en distinguir la gradación de la coloración política de todos sus interlocutores, se revele daltónico ante los semáforos, pero también es verdad que no sólo las prisas y una agenda mal organizada explican las infracciones, pues razones de seguridad, protocolo -la puntualidad es también la cortesía de ministros y presidentes de la República- y de estricta rentabilidad permiten explicar ciertas excepciones, en todo caso menos llamativas que aquella protagonizada en su día por Alfonso Guerra adelantando a todos en un paso fronterizo con Portugal, o por el fallecido presidente Mitterrand, que lograba ir de París a Metz -340 kilómetros- a una media de más de 180 kilómetros por hora.

Los más prudentes o, mejor dicho, los que menos infracciones han cometido mientras eran observados por Auto Plus, son el propio presidente Chirac -iba a 80 km/h por el túnel de la parisina plaza de l'Etoile en vez de a los 50 km/h reglamentarios- y el ministro de Defensa, Alain Richard, que cruzó una línea continua para no llegar con retraso a un consejo de ministros. Lionel Jospin, que ya ha sorprendido a la prensa en más de una ocasión abandonando el coche en medio de un embotellamiento y cambiándolo por el metro, tampoco tiene un chófer dispuesto a todo y sus faltas son menores.

De la consigna chiraquiana pidiendo modestia y discreción, la segunda exigencia sí ha sido escuchada: los motoristas abriendo paso se muestran discretos y respetuosos, las sirenas han enmudecido y los girofaros permanecen en las guanteras.

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