_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Hipotecas

La alcaldesa de Valencia está encantada con el informe favorable de la Consejería de Cultura para su proyecto de prolongar la avenida de Blasco Ibáñez a través de El Cabanyal. De acuerdo con el dictamen, la nueva fase de la avenida es compatible con la protección de la trama urbana del barrio, declarada bien de interés cultural, porque supone una mejora o una regeneración. El argumento, cogido absolutamente por los pelos, traerá cola y se presta a una polémica ciudadana, a un debate jurídico y, eventualmente, a un contencioso judicial de imprevisibles consecuencias. Pero Rita Barberá se ha declarado entusiasmada. Ha convertido el proyecto en una cuestión personal. Le importan mucho más esos cientos de metros que conducirán a la playa arrasando más de 1.700 viviendas que el olvidado parque central, elemento de reorganización urbana de primera magnitud, o los cientos de kilómetros del tren de alta velocidad, cuyo trazado se debate hoy en Murcia al más alto nivel. La conexión adecuada de Valencia al triángulo con Madrid y Barcelona mediante el AVE, una opción que se ve seriamente amenazada por los itinerarios que defienden los presidentes autonómicos del PP valenciano y murciano y el presidente socialista de Castilla-La Mancha, adquiere una envergadura estratégica que desborda ampliamente la miopía doméstica de una alcaldesa que preside la federación española de municipios y provincias pero es incapaz de jugar ninguna baza de futuro de la ciudad más allá del cinturón de ronda. Gracias a eso, Valencia vive ensimismada en un sopor provinciano, cerrada sobre ella misma en un momento en el que resulta fundamental establecer apuestas en el terreno de la modernización y las infraestructuras. Con Zaplana endeudando la Generalitat (ya son más de 900.000 millones) para hacer bascular la polaridad territorial hacia el sur y Barberá entretenida en hacer de El Cabanyal un barrio demediado, la capital y el País Valenciano se enfrentan desde la insolvencia a unas hipotecas que se pagarán caras en el nuevo milenio.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_