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Reportaje:

El reto de subir cada vez más alto

Las 'colles' cierran una de sus mejores temporadas, enfrentadas a un futuro incierto por la falta de 'castellers'Las 'colles' cierran una de sus mejores temporadas, enfrentadas a un futuro incierto por la falta de 'castellers'

La temporada castellera de 2000 ha finalizado, por enésima vez, con el mejor registro casteller de la historia, aunque con los mayores interrogantes abiertos desde la eclosión social, cultural y mediática experimentada por esta actividad hace ocho años. Nunca se habían conquistado tantos castells y de tanta calidad y dificultad como los aficionados han podido contemplar en la temporada pasada, si bien nunca la incógnita sobre cómo evolucionará a corto plazo el món casteller se presenta tan confusa y abierta como en la actualidad, a causa de las dificultades para arrastrar castellers que sufre la práctica totalidad de formaciones para llevar a cabo sus construcciones.

Con 93 castells de nou y dos de deu, la campaña de 2000 se anota el mejor resultado de la historia castellera. Por primera vez, se han conseguido en una temporada todos los castells logrados en alguna ocasión a lo largo de los 200 años de trayectoria castellera, tanto los de deu amb folre i manilles como los sense folre (el quatre de nou o la torre de vuit), lo cual imprime al momento casteller actual un amplio abanico de opciones y posibilidades entre las construcciones de mayor dificultad.

Las cuatro formaciones punteras (Minyons de Terrassa, Vella de Valls, Castellers de Vilafranca y Joves de Valls) han superado sus respectivos palmarés y han alcanzado un nivel excelente. Estas cuatro colles han demostrado su capacidad para enfrentarse a grandes retos por mostrar la superioridad de cada una de ellas sobre las restantes.

La Vella de Valls y los Minyons de Terrassa han conseguido coronar el tres de deu amb folre i manilles -los de Terrassa por segunda vez en su historia-, mientras se anotaban otras construcciones de gran dificultad: el dos de vuit, el tres de vuit per sota y el cinc de nou amb folre en el caso de los rosados; y el quatre de nou y un buen dominio del dos de nou amb folre i manilles, por los malva.

Los Castellers de Vilafranca han demostrado de nuevo su perfecto dominio de los castells con manilles (la torre de nou y el pilar de vuit), pero no pudieron alzar el tres de deu, aunque fueron los únicos en anotarse el quatre de nou amb folre i l'agulla y lograron su segunda torre de vuit. La Joves de Valls, por su parte, ha tenido en el quatre de nou una bandera excelente, que ha logrado en seis ocasiones, mientras ha vuelto a coronar el cinc de nou amb folre y completaba su primer dos de nou amb folre i manilles.

El éxito de los 93 castells de nou y los dos de deu logrados esta temporada es mayor si se tiene en cuenta que 33 de estas construcciones (a las que habría que añadir los seis pilars de vuit, las dos torres de vuit y los dos tres de vuit per sota, que sumarían 43 castells) pertenecen a la gama extra; es decir, a los que entrañan mayor dificultad.

Este dato manifiesta la magnífica progresión mostrada por las cuatro colles punteras y su cada vez más amplio distanciamiento respecto al resto de las formaciones. De hecho, sólo cinco castells de nou de la totalidad de los conseguidos este año corresponden a otras formaciones ajenas al selecto grupo de las cuatro colles principales (Bordegassos de Vilanova, Jove de Tarragona, Xiquets de Tarragona y Castellers de Barcelona).

De estas colles, hay una, la Jove de Tarragona, que evidencia de manera más notable las dificultades con las que se encuentran la mayoría de colles medianas. La Jove, que era un punto de referencia a mediados de la década de 1990, ha caído en picado esta temporada y un único tres de nou amb folre cargado en el concurso de la plaza de toros de Tarragona le ha permitido mantener la condición de colla de nou conseguida en 1993. La Jove llegó a movilizar hace años a más de 500 castellers para ejecutar sus castells y fue la primera colla que se batió con el cinc de nou amb folre, sin el apoyo de ninguna otra formación en la pinya, lo cual incrementa su mérito.

Aquella situación contrasta con la que vive en la actualidad, en la que la primera formación de Tarragona tiene dificultades para construir un castell de nou sin ayuda externa, lo cual pone de relieve la nueva y complicada situación que afronta la práctica totalidad de formaciones castelleres.

El caso de la Jove no constituye una excepción, sino que, en diferentes niveles, el problema planea sobre el conjunto del món casteller. El número de componentes ha descendido en los últimos tres años a un ritmo constante y progresivo. En cambio, las cuatro colles punteras -que también sufren tal efecto, si bien consiguen amplias movilizaciones para alguna actuación específica- incrementan su nivel, en una situación enormemente compleja que deja abiertos muchos interrogantes sobre el futuro inminente.

Los responsables técnicos de las colles han lanzado voces de alarma en los entornos de las agrupaciones castelleres para reclamar más apoyo, especialmente en los ensayos. Mientras, en las plazas, el descenso de castellers se equilibra con el apoyo mutuo que se brindan las colles en las pinyes. Sin un trabajo preciso y secundado por un considerable número de castellers en los ensayos, los grandes compromisos con los que se enfrenta cada colla en su respectivo nivel están condenados a reducirse. El interrogante más trascendental y de difícil resolución que plantea el nuevo orden casteller es hasta cuándo podrán ejecutarse castells de un nivel superior a las posibilidades numéricas, que no técnicas, de las colles.

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