En Centroeuropa
Hace ya más de 60 años que Karl Brandi, probablemente el más importante biógrafo de Carlos V en lengua alemana hasta la fecha, investigó la personalidad y la política del emperador y de sus órganos de consejo y administración y logró desentrañar y explicar la autenticidad de la voluntad y actuación imperiales. Ello le fue posible gracias a un conocimiento profundo de las fuentes, unido a una sabia interpretación de las mismas. El hecho de que aún hoy en día se siga leyendo la biografía de Carlos V de Karl Brandi con sumo interés prueba la extraordinaria calidad de su obra.
El emperador Carlos V ha ocupado a las sucesivas generaciones desde hace siglos, pero el interés se acrecienta a partir del siglo XIX. En este periodo la historiografía se multiplica, a la par que lo hace la recepción de la figura de Carlos V en la literatura y el arte. A principios del XIX, los progresos decisivos en la investigación del emperador en Alemania tienen como protagonista a Leopold von Ranke, que simpatizó con la idea del imperio, del que logró trazar una imagen sutil utilizando nuevas fuentes. En contraste con la historiografía austriaca, la historiografía alemana protestante nunca quiso tener en cuenta los objetivos europeos que perseguía Carlos V, criticando al emperador porque 'nada en absoluto le relacionaba con el ser interior de la nación alemana', es decir, con el propósito reformista de Lutero.
La investigación sobre Carlos V en Alemania se ha vinculado a su política dinástica y como emperador
La investigación alemana del siglo XIX centró su actividad en la búsqueda de nuevas fuentes en todo el ámbito europeo para su posterior publicación, desarrollando, por ejemplo, su labor en los archivos de Viena, Bruselas, Simancas, Sevilla y París, de modo que desde entonces se encontró una gran calidad de material nuevo, que fue parcialmente publicado. Las recopilaciones de fuentes editadas por Karl Lanz son ejemplos típicos de ello. Karl Brandi y su equipo de colaboradores de Gotinga procedieron de forma sistemática a la investigación de las fuentes y su edición parcial; los Berichte und Studien zur Geschichte Karls V. (Informes y estudios sobre la historia de Carlos V), publicados entre 1930 y 1942, son un testimonio impresionante de este trabajo. Hasta 1946, fecha de la muerte de Brandi, se habían desglosado una cantidad aproximada de 23.000 escritos contemporáneos del reinado de Carlos V. Un proyecto de investigación de la Universidad de Constanza, desarrollado bajo la dirección de Horst Rabe, ha permitido recopilar desde 1969 un total aproximado de 120.000 cartas de la llamada Politischen Korrespondenz de Carlos V.
También los historiadores austriacos se decidieron desde finales del siglo XIX a la edición de la correspondencia de los Habsburgo. Pero el objeto de sus investigaciones era principalmente Fernando I, hermano menor de Carlos V, que gobernaba Austria, Bohemia y Hungría. En la actualidad se dispone de cuatro tomos de la correspondencia de Fernando I con sus hermanos.
La investigación de Carlos V en Alemania y Austria ha estado vinculada desde un principio a dos cuestiones: la política dinástica y el papel y la politica de Carlos V como emperador. Por ello, no es casualidad que medievalistas como Karl Brandi (1937-1941) y Peter Rassow (1932) se hayan dedicado a Carlos V. El mérito de sus amplias investigaciones estriba en la superación de la polémica confesional del siglo XIX. No obstante, Brandi minusvaloró la auténtica dureza del conflicto entre Carlos y Francia, y se sintió demasiado comprometido con la idea dinástica y sus supuestas intenciones y efectos pacificadores. Por su parte, Rassow subrayó más el concepto de emperador e imperio, y se preguntó por el sentido del poder dinástico a través de la idea del emperador como elemento de unificación ideológica de los heterogéneos territorios gobernados. Realmente, se puede constatar una relación de tensión fuerte, pero variable entre la idea dinástica y la idea de emperador.
Desde los años sesenta, Heinrich Lutz intentó demostrar el carácter irreversible de la lucha por la hegemonía entre Habsburgo y Valois, desde el fracaso de los intentos de acuerdo de 1516. En contraste con la idea de Peter Rassow, que enfrentaba un Estado francés nacional centralista al imperio con estructuras medievales de Carlos V, Lutz subrayó la posibilidad de comparar las condiciones previas estructurales y las similitudes de los objetivos de hegemonía. Para Francia, el logro del título de emperador podía significar el asegurarse legalmente sus reivindicaciones en Italia (mediante la iura imperialia), así como la solución de la cuestión borgoñesa y la hegemonía europea. Según Lutz, la decisión en favor de Habsburgo en la elección de 1519 derivó en un conflicto permanente con Francia, porque los reyes franceses quedaron reducidos al papel de defensores de los oprimidos y de la libertad de los cristianos amenazados por la monarquía de Carlos. A este programa de unidad hegemónica se enfrentaba tanto la idea de estado nacional, ya desarrollada en otras partes de Europa, como la constitución representativa de los distintos países del territorio imperial.
Las investigaciones más recientes (Ernst Schulin) subrayan el fracaso de Carlos V y lo explican por la gran cantidad de territorios abarcados por el imperio. También se discute de nuevo sobre la religiosidad del emperador -¿se debe hablar de un tradicionalismo irreflexivo o más bien de una devoción cristiana preconfesionalista católica? (Heinz Schilling). Para terminar, aunque no en último lugar, se ha reflexionado sobre Carlos V como 'último emperador viajero', pero este tema fascinante necesita de una investigación más profunda, al igual que la cultura cortesana y festiva del emperador. Ambas son materias que deberán tratarse a escala europea para investigarse en el seno de una cooperación internacional.
Alfred Kohler es catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Viena.
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