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Entrevista:SATURNINO GARCÍA | ACTOR

'El actor debe ser un vago muy trabajador'

Aunque nació en Bariones de la Vega (León) en 1935, el actor Saturnino García se considera natural de Barakaldo, donde vive desde los 17 años. Tras una larga trayectoria, tanto en los escenarios como en cine y televisión, el reconocimiento público le llegó por su papel protagonista en Justino, un asesino de la tercera edad, por el que recibió en 1995 el Goya en la categoría de Actor Revelación. Ha trabajado en montajes teatrales como La coartada, Papa Borgia o Las galas del difunto. Su carrera cinematográfica se inició con El viaje a ninguna parte, a las que siguieron, entre otras, Acción mutante, Todo por la pasta, Alma gitana o Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto. El próximo lunes inicia el rodaje de Marujas asesinas, del bilbaíno Javier Rebollo.

'El pasado tiene que contar, porque es la referencia sobre la que construyes el presente'

Pregunta. ¿Cuándo le concedieron el Goya, pasaron por su cabeza, siquiera de manera fugaz, los 25 años de llevar teatro por escuelas, colegios y pueblos?

Respuesta. Cuando lo del Goya ya estaba desimpresionado. La verdadera impresión fue en Sitges, un par de meses antes, al obtener el premio al mejor actor en el festival internacional por Justino.

P. ¿El actor maduro pone todo su ardor y talento en conseguir que el público piense que su pasado ya no cuenta y que del futuro más vale olvidarse?

R. El pasado tiene que contar, porque es la referencia sobre la que construyes el presente. La persona está asida sobre una mano en el pasado y la otra en el futuro.

P. ¿Es conveniente no olvidarse nunca de que por ínfimo que sea el papel de un actor es una parte del eslabón que conforma el todo de la obra?

R. En el entramado social de los personajes de una obra, el que hace un papelito insignificante se siente el pobre del grupo. Ahora bien, el trabajo lo tiene que hacer con la mayor dignidad. Un papel pequeño siempre es malo, frente a los papeles principales.

P. ¿Confía mucho en su voz? ¿Le da seguridad a la hora de mostrarse ante el publico?

R. Sí. Confío mucho en mi voz, porque me permite dar la riqueza que requieren los personajes. Poseo una voz muy flexible. Puedo hacer de viejo como puedo hacer de niña. Hasta en el cine la buena dicción y la riqueza de voz son muy importantes, contra la creencia de que lo primordial es la imagen y esa sonrisa y esa mirada...

P. ¿En qué momento de su vida pensó que esa voz podía llegar a muchos espectadores?

R. Lo notas cuando ves que logras una buena escucha.

P. ¿Su gravedad triste o llámela querencia hacia el luto es una parte muy marcada de su personalidad?

R. Probablemente. Es cosa genética. En eso me parezco mucho a mi madre. Pero no quiere decir que sea un personaje triste. Al contrario, soy muy alegre. Mi madre pasaba en ocasiones de la risa a quedarse melancólica. Las personas de mi estilo no vamos por la vida enseñando los dientes de risa. Tengo alma de payaso. Los payasos, cuando van por la vida sin pintarse, no son gente de semblante muy alegre.

P. ¿Se vaguea cuando no hay trabajo, porque de ese modo se reponen fuerzas para cuando llegue el momento de actuar?

R. Sí. Es conveniente. Vaguear cuando no hay trabajo significa no ponerse nervioso. Dejarse llevar de la circunstancia y de la pereza, para estar puesto para cuando llamen. El actor debe ser un vago muy trabajador.

P. ¿Qué papel le gustaría interpretar?

R. Cuando era joven me hubiera gustado el Tenorio de Zorrilla. Es uno de los papeles más envidiables que hay. También el Segismundo de La vida es sueño, de Calderón, o los de Macbeth y Hamlet de Shakespeare, cómo no. Es la ambición lógica de un actor.

P. ¿En qué actores se ha fijado para aprender?

R. En cine me he fijado siempre en Chaplin, que me parece el mejor actor de todos los tiempos. Descendiendo un poco más, he tenido el anhelo de imitar a Pepe Isbert. Y en teatro, en España, me han gustado José María Rodero y Alberto Closas.

P. ¿De tanto sentirse dirigido, ha pensado en dirigir a otros?

R. Creo que podría dirigir una clase de teatro normal, sin que sean obras demasiado complejas y difíciles.

P. ¿Qué es más difícil, hacer reír o hacer llorar?

R. Es igual. Estoy en contra de quienes dicen que es más difícil hacer reír. Hacer llorar a un público en escena es dificilísimo. Cuando el público llora, se ha divertido tanto como cuando ríe.

P. ¿Qué universidad es mejor, la calle o la soledad?

R. Deben ir complementadas. Se aprende mucho con la gente, pero hay que refugiarse también en la soledad para pensar más originalmente, es decir, para adquirir pensamiento original, pensamiento personal tuyo.

P. ¿Todo nuestro conocimiento nos viene de las sensaciones?

R. Las sensaciones no aportan mucho si no van acompañadas de una buena recepción. Hay que ser buen receptor para las sensaciones que la vida te ofrece y propicia.

P. ¿Proyectos?

R. Tengo un par de películas a la vista. Ahora ando con la racha del cine. Hace poco he estado participando en trabajos televisivos. Pero lo realmente importante es estar a punto para cuando llaman por teléfono y te ofrecen un trabajo.

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