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Reportaje:

Y pasó la cabalgata mágica...

Más de 400.000 personas reciben a los Reyes Magos en las calles de Barcelona

Blanca Cia

Un sonoro ¡uhhhhhhh! se oía ayer al paso de los camiones cargados de carbón que cerraban la cabalgata de los Reyes Magos de Barcelona. Una caravana mágica que se hizo esperar rato y rato. Apareció la estrella de Belén, pero no se veía a los Reyes. Luego venían carrozas con grupos de animación y música.

Al final, tras los caballos de la Guardia Urbana se vislumbraban los decorados de las tres carrozas de Melchor, Gaspar y Baltasar. La primera, la de Melchor, era un trineo lleno de nieve que descendía de las más altas montañas. La de Gaspar era algo parecido a una alfombra mágica. Pero la más espectacular fue la de Baltasar: una gran canoa que venía del corazón de África repleta de animales: jirafas, cebras y demás fieras exóticas desfilaron junto a un séquito real que lanzó miles de caramelos a los incontables niños que salieron al paso de Sus Majestades para saludarles. Hasta 11 toneladas de caramelos bombardearon ayer a niños y mayores.

Todas las calles del centro de la ciudad se convirtieron en un hervidero de gente. Y todos en la misma dirección, hacia el mar, por donde estaba previsto el paso del séquito real. Tanta gente salió al paso de los Reyes Magos (unas 400.000 personas) que se formó un barullo fenomenal en todas las calles que cruzan la Gran Via. Sus Majestades arribaron a Barcelona como manda la tradición: por mar. Justo al poner pie en tierra, los Reyes Magos fueron recibidos por el alcalde, Joan Clos, que les entregó las llaves de la ciudad. En su discurso, el alcalde explicó: 'todos queremos a Barcelona y por eso hace falta cuidarla y mantenerla limpia entre todos'. El mensaje del alcalde estuvo bien claro después en la cabalgata, en la que participaron vehículos de BCNeta, los encargados de limpiar la ciudad.

'Somos una mezcla de personas, pensamientos y culturas. Vosotros procedéis de tierras lejanas, conocéis culturas y costumbres distintas', explicaba el alcalde. El rey Melchor se dirigió luego a los cientos de niños y les pidió una cosa: que contagien sus sonrisas a los adultos. Después de los discursos, los Reyes y el alcalde se trasladon al parque de la Ciutadella en coches de época. Una vez allí, Sus Majestades ocuparon las carrozas y empezó la caravana de ilusión. La noche más mágica.

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Sobre la firma

Blanca Cia
Redactora de la edición de EL PAÍS de Cataluña, en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en diferentes secciones, entre ellas información judicial, local, cultural y política. Licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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