Éxodo rural
La masificación que ha experimentado el urbanismo de las ciudades costeras, antes tendente a un modelo horizontal y de baja densidad, tiene bastante que ver con este éxodo hacia el campo. Las joyas costasoleñas de grandes edificaciones, fiestas y glamour ceden terreno ahora ante los pueblos menos codiciados antaño, más solitarios y alejados de la fama veraniega y de los vecinos. El interés creciente por un terreno rústico en la montaña -y si es con vistas al mar, miel sobre hojuelas- ha contagiado incluso a personajes famosos como Julio Iglesias que en otros tiempos eran parte del interés turístico de ciudades como Marbella. El cantante adquirió hace pocos meses una finca en un lugar paradisiaco del término municipal de Ojén, situado a unos 10 kilómetros de Marbella, que después amplió con la compra de una parcela vecina, de 55.000 metros cuadrados, propiedad del torero Curro Romero.
El diestro sevillano -ahora retirado de los ruedos- fue uno de los primeros en preferir los encantos de la sierra al bullicio urbano. Retirarse al campo puede ser propio de una edad, una huida de la fama que agobia o una simple moda que al paso de las décadas puede dar la vuelta otra vez en beneficio de las ciudades.
Alfonso Hohenlohe, uno de los artífices del despegue turístico de Marbella, estableció hace años su residencia en Ronda, en el Cortijo de las Monjas, donde cultiva además sus propios vinos.
La demanda de suelo rústico parte sobre todo de ingleses y también de alemanes. "Están hartos de urbanizaciones y de que se construyan en todos sitios bloques de apartamentos", explica Christian Henche, especialista en fincas, que asegura que cada vez son más los que venden sus casas adosadas en Marbella para comprar algo en el campo. Además un piso o un apartamento cuestan lo mismo que una finca pequeña.
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