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Tribuna:DÍA A DÍA
Tribuna
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Omeprazol

Es la palabra mágica para aquellos que hacen del uso y abuso de las libaciones norma navideña. También de aquellos otros que prodigan los excesos en el comer o, al fin, para los débiles estomacales.Tantos años sufriendo de la acidez, el maldito clorhídrico que se apoderaba de nuestras entrañas en las frías noches de diciembre. Después del placer, ya olvidado, el dolor. Todos nos sentíamos solidarios con Jorge Manrique y sus coplas. Antes habían sido las grandes celebraciones, el festín de los corderos y los capones, del besugo y los turrones, bien regados, con vinos de la tierra y espumosos forá. Para rematar la faena, el mito del aguardiente, que facilita la digestión y disuelve las grasas ingeridas. Pero el mito, como casi todos, resultó pura imaginación: en vez de disolver, condensó, y lo que debía ser salutífero final devino, con el bebedizo, en ardor, no guerrero sino estomacal.

La solución de todo ello la encontramos en la química, moderna, sofisticada. Nada menos que hay que trasegar un inhibidor de la bomba de protones, que es, aunque cueste creerlo, la función de ese fármaco llamado omeprazol, y que bajo la oportuna receta médica se dispensa para que las noches navideñas nos pillen ahítos de manjares, pero desprovistos de la más mínima cantidad del ácido de nuestros pecados.-

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