LA DECORADORA INSATISFECHA
La paciencia de John Turner, un británico de 62 años, ha llegado al límite, y después de 38 años de sufrido matrimonio ha acabado solicitando el divorcio con tan contundentes argumentos que el tribunal lo ha concedido inmediatamente por "comportamiento irracional" de la cónyuge. Pauline Turner se dedicó la primera semana después de la boda a cambiar diariamente de sitio el sofá, las mesas y las sillas. John no le dio importancia. Pero el enamorado esposo empezó a preocuparse cuando, pasada la luna de miel, su esposa no acababa de reordenar el hogar. La señal de alarma saltó al año de la boda, al constatar que el gusto por el desplazamiento diario de los muebles no agotaba a Pauline. John creyó encontrar la solución mudándose desde su espaciosa residencia en Thornaby-on-Tees (noreste de Inglaterra) a una diminuta caravana, distante una decena de kilómetros, y donde la mayor parte del mobiliario estaba fijado al suelo. Pero su esposa no se amilanó: "El televisor cambiaba continuamente de sitio. Yo tenía que reorientar la antena cada día. No puedo más", ha declarado Turner ante el tribunal, precisando que, si a sus amigos les parecía divertida la manía de su esposa, él ha sufrido mucho. Tras el divorcio, Pauline permanece en el domicilio conyugal: "Cambiar el mobiliario de sitio es algo que he hecho y haré siempre. Supongo que cada uno tiene su pequeña obsesión, sea la que sea", se defiende. John vive ahora en casa de una hermana, donde cada tarde encuentra su sillón favorito donde lo dejó.-
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