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RAÍCES

La molienda de la historia

Los artefactos tecnológicos tradicionales más desarrollados y extendidos del complejo productivo artesanal están en jaque. Los molinos hidráulicos, la forma tecnológica de acceso, control y utilización del agua como fuerza motriz del entorno rural en Andalucía sufren un acelerado proceso de abandono y alteración. Es la conclusión principal de unas recientes jornadas organizadas por el Instituto de Estudios Almerienses (IEA) y que han reunido en Almería a expertos y miembros de la Asociación para la Conservación y Estudios de los Molinos (ACEM). Pero la voz de alarma sobre estas joyas de la arquitectura y la etnografía no es algo nuevo.Estudios previos realizados por los arqueólogos Lorenzo Cara y Domingo Ortiz, junto al arqueólogo e historiador José Luis García López y Domingo Ortiz Soler, ya advertían hace un año del preocupante mapa de molinos en la provincia de Almería. De sus pesquisas e investigaciones concluían que del parque de 3.000 molinos existentes, aproximadamente el 60% se han convertido en ruinas. Abandonados en su inmensa mayoría entre los años 1955 y 1975 sólo un 3% se halla en condiciones de moler. "De los 3.000 existentes en la provincia sólo existen como ruinas unos 300. De éstos, las dos terceras partes son bastante inaccesibles o están enterrados en ríos, por ejemplo. Y que puedan llegar a moler no llega a la decena", explica Cara.

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Tímidos avances

La iniciativa por parte de los estudiosos almerienses de inventariar los artefactos hidráulicos de toda la provincia llega, pues, en un momento decisivo. Aunque el trabajo está inacabado, desde el IEA se tiene constancia detallada del parque hidráulico de la comarca de Los Vélez y de La Alpujarra y ya se piensa en completar el inventario a corto y medio plazo. "Hemos llegado a contabilizar 150 molinos en Los Vélez y más de 200 en La Alpujarra. Pero es un trabajo arduo y costoso porque, muchas veces, ni preguntando a las gentes saben que existió un molino en su pueblo", apunta Cara.

Las claves del abandono de los artefactos dedicados a la molienda del cereal se adivinan en el "rechazo" a los cultivos tradicionales, la emigración y las antiguas unidades por sistemas uniformes y modernos.

Una de las esperanzas más firmes presentadas en las jornadas del IEA para recuperar los molinos ha puesto la vista en Galicia, donde se ha restaurado un conjunto de cinco molinos que ya funcionan tradicionalmente como complemento a un proyecto cultural y turístico. La iniciativa gallega permite que los visitantes puedan conocer el sistema tradicional de fabricación de la harina fresca que ellos mismos pueden moler, y diferenciar el producto natural del industrial. Un ejemplo parecido se da en Murcia, en donde el Centro Cultural Los Molinos, dedicado a visitas pedagógicas, recibe 44.000 escolares al año. "Los molinos son poco viables económicamente y hace falta un proyecto coherente de elaboración de productos ecológicos para que mantengan cierta actividad", sostiene el etnoarqueólogo Domingo Ortiz.

Los casos más apremiantes para la provincia almeriense se ubican en el complejo hidráulico de Galáchar (Alhama y Alhabia), del siglo XIX y que, por sus inusuales características, requiere una "inmediata" intervención. También es de especial referencia el conjunto molinar de Huebro (Níjar) que comenzó a construirse en los siglos XV y XVI y se concluyó en el XVIII. Su recuperación y reconversión, incluso, en museos, restaurantes, casas rurales u hospederías no se ve con malos ojos desde el ámbito académico. Sin embargo, el recelo ante la lentitud administrativa y las escasas inversiones realizadas hasta la fecha plantean un futuro poco halagüeño. "A la postre, hagamos lo que hagamos nuestros nietos no tendrán oportunidad de conocer lo que es un molino en plena actividad, dirigido por un viejo molinero con su blanca boina y amplia sonrisa", concluye Ortiz.

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