XXI ROSA MONTERO
Estaremos a punto de entrar en el nuevo siglo y el nuevo milenio, pero los humanos seguimos siendo unas criaturas arcaicas y mezquinas. Ahí están los etarras, por ejemplo, sumergidos en la honda mugre de su fanatismo; y los peneuvistas del sector vociferante, padres de los violentos. Por no hablar de esa Izquierda Unida con la que me identifiqué durante muchos años y de la que hoy me he hartado definitivamente, asqueada por sus escrúpulos frente al pacto contra ETA (pero sí firmó el pacto de Lizarra).Desde luego no son alentadoras las noticias con las que se está despidiendo este año 2000 tan fastidioso. En El Salvador es sobreseído el caso de la matanza de Ellacuría y los demás jesuitas; en España, la Audiencia Nacional archiva el sumario del genocidio en Guatemala; en Chile, Pinochet gana una batalla judicial. Los verdugos del mundo están de enhorabuena. ACNUR, la comisión de la ONU para los refugiados, denuncia que cada vez recibe menos apoyo financiero de los países ricos. Ahora mismo hay 22,3 millones de personas bajo el precario amparo de ACNUR. No sé si esta cifra incluye a esos 300.000 refugiados chechenos a los que nadie hace el menor caso. Están repartidos por el Cáucaso norte, a menudo sin techo y sin abrigo frente al hielo mordiente de un invierno fatal, sin medicinas, sin agua potable, sin electricidad, casi sin alimentos. Es el infierno. Feliz Navidad para todos ellos.
Pero no pienso dejar que estas atroces postrimerías del atroz siglo XX me hundan la moral. También hay otras noticias, otros indicios de una vida mejor. María Teresa Iradier es una oftalmóloga eminente, Jefa de Cirugía Refractiva del Hospital San Carlos de Madrid. Nació en Venezuela, hija de españoles en el exilio. Luego regresó a Madrid e hizo aquí la carrera, pero siempre sintió una deuda de gratitud con Latinoamérica. Para saldarla abrió, hace año y medio, una consulta gratuita de oftalmología por internet (www.drairadier.com). Ya han atendido a más de 4.000 pacientes, el 60% latinoamericanos. Es un trabajo ímprobo al que Teresa dedica todo su tiempo libre; pero esto, dice ella, "no es más que el principio, porque Internet es una herramienta maravillosa". Si nos empeñamos y nos esforzamos, el siglo XXI también puede ser esto.
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