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Eugi arrasa la final

El pelotari de Aóiz se adjudica el título del Cuatro y Medio sin réplica por parte de Nagore

Con Patxi Eugi, siempre cabe un margen para lo imprevisto, sea esto estrambótico o sublime. Su propensión natural a la ciclotimia suele hacer de él un candidato serio para cualquier propósito o despropósito, especialmente en una gran cita como la final del Cuatro y Medio, finiquitada ayer por el pelotari de Aóiz en un parpadeo. Toda la igualdad presumida, toda la tensión acumulada por la polémica elección del material, quedó arruinada por un resultado (22-5) que debió sumir en la perplejidad al público y a los apostantes.Ayer, Nagore contempló y padeció el perfil salvaje de su rival, un bloque compacto en lo anímico y un atleta que sobrevoló el escenario de la final a base de inteligencia, condición física y golpes terribles alternados con pegadas sutiles. Quizá, toda la desproporción vivida en el Labrit de Pamplona tuvo que ver con el azar, con el sorteo del saque, que privilegió a Eugi y le concedió de entrada el primer tanto, la primera ventaja. Sólo se trataba de un mísero punto, pero éste puso a Eugi en el partido, ahuyentó sus fantasmas.

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El material contra el juego

Consciente de la peligrosidad del saque de Nagore, virtud que concede a éste enormes ventajas, Eugi se vio libre de un peso enorme al encadenar tres tantos de forma fulminante. El de Aóiz se convenció enseguida de que podía alterar su presunta desventaja invirtiendo la situación: sería Nagore el damnificado por el material escogido. Lo fue, porque nunca pudo con las pelotas servidas por Eugi, pero también porque nunca estuvo en disposición de poner réplica a su juego con argumentos convincentes.

Allí donde Eugi saltaba, Nagore se movía pesadamente. Allí donde el primero dirigía la pelota, el otro la reconducía con apuros al frontis, puro ejercicio de defensa y supervivencia. En estas condiciones, los intercambios resultaron de lo más efímeros; apenas cuatro envites que acababan indefectiblemente sumándose a la cuenta de Eugi, que llegó a alcanzar un insultante 16-1 en el marcador. Todos lo temores de Eugi, muy relacionados con el saque de su oponente y el bote de su material, acabaron por convertirse en un verdader problema... para Nagore. Éste sufrió seis tantos de saque y sólo hizo uno. Además, presentó una inquietante falta de consistencia para responder con genio a la ventaja que el saque concedía regularmente a Eugi. Al término de la cita, Nagore criticaría el material de su rival, a su gusto "con demasiado vuelo". Dios días antes, lo había juzgado "muy bajo". El caso es que la final del Cuatro y Medio parece haber recuperado el eterno debate sobre el material, una cuestión sobre la que Eugi siempres se ha mostrado especialmente beligerante. Después de colocarse la txapela de campeón, que acompañará a la que conquistó en la última edición del manomanista, Eugi aseguró que su lucha particular pretende redundar en bien del espectáculo, no en su beneficio personal. De esta forma contradijo a sus censores, convencidos de que el revuelo previo que organizó obedecía a un deseo de justificación en caso de derrota.

Nagore siempre podrá apadrinar una campaña en defensa del material vivo, pero la lógica quiere que alguien determine pronto unas bases comunes y ecuánimes.

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