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Circo

El presidente los dejó pasmados. Los asistentes al acto de colocación de la primera piedra de una central térmica de ciclo combinado el jueves en Castellón no sabían qué cara poner. Eduardo Zaplana glosó las bondades de la producción de gas y su importancia para las industrias locales, cuando lo que harán esas instalaciones no es suministrar gas, sino quemarlo para generar electricidad. Fue un síntoma muy llamativo, hasta cierto punto inocuo y divertido, de un estado de desorientación o de despiste que a veces afecta a los dirigentes políticos porque ellos también son personas humanas y sufren, como cualquiera, desasosiegos más o menos íntimos. Al hacer referencia a un circo el sábado en Alicante, sin embargo, no había confudido la ampliación de la sala de exposiciones de la antigua Lonja de Pescado que acababa de inaugurar con una carpa. Había disipado las cavilaciones y volvía al terreno de la descalificación del adversario, tan frecuentado. Según el presidente de la Generalitat, "excluirse de las instituciones" y organizar un foro cívico sobre la legionella, integrado por "un grupo de amigos", como el que ha convocado la oposición en respuesta al rechazo de casi todas sus propuestas para esclarecer lo ocurrido con el brote epidémico en Alcoy, "es un circo". Debe de parecerle que la comisión parlamentaria monocolor donde el PP se ha investigado a él mismo, con escenas de auténtico lirismo autocomplaciente, pasajeros momentos de inquietud ante algún técnico que aludió a la "descoordinación" y apoteosis de la conversión como la protagonizada por un ex alcalde que no debería ser "amigo", constituye un espectáculo más serio. Cuando los diputados Alejandro Font de Mora y Luis Concepción, tan ajenos a las vicisitudes de la Consejería de Sanidad que dirige su colega Serafín Castellano, tengan redactadas las conclusiones de la insólita investigación, podremos confirmar qué género teatral considera adecuado Zaplana para su política.

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