Ayuda financiera o muerte lenta
Ayuda financiera o muerte lenta. Éste es el dilema de la textil Hilados y Tejidos Puigneró un mes y medio después de suspender pagos con unas deudas de 24.400 millones de pesetas. La empresa quiere reducir empleos y su tamaño para volver a la rentabilidad perdida. Pero le falta liquidez para pagar los pedidos y busca en la Generalitat la ayuda financiera urgente que, de momento, le niegan los bancos. Hay recelo en medios empresariales a que se le den ayudas públicas pero el principal problema de la empresa está en devolver los 20.000 millones que debe a Hacienda y la Seguridad Social, para los que ha pedido una nueva moratoria de pago.El peso de la textil, que creó José Puigneró hace casi medio siglo, sigue siendo esencial en la economía de la comarca de Osona, a pesar de que en los últimos años han nacido otras empresas. La empresa sigue siendo la primera de la zona en número de trabajadores. Ahora plantea prescindir de 380 empleos, demasiados para una comarca que tiene 3.006 parados inscritos en las oficinas de empleo y una tasa de paro del 5,28%.
Durante años, el textil fue el motor de la economía de Osona pero a finales de los años setenta este sector inició un claro retroceso sin retorno posible. En la comarca ha aparecido un tejido de microempresas de actividades económicas variadas. Por eso, esta aparición puede minimizar el impacto de la crisis de Puigneró.
"Yo no estaría aquí"
La primacía del textil empezó a decaer en beneficio de otros subsectores, como el agroalimentario o la metalurgia. Puigneró ha llenado durante años el mapa industrial de Osona, pero ahora la crisis parece profunda. La Generalitat estudia dar un préstamo a la empresa, que emplea a más de 1.500 trabajadores, pero le exige que sea viable tras los recortes de tamaño que quiere aplicar el nuevo director general, Pere Puntí.En la comarca hay recelos ante la posibilidad de que en breve se le conceda a la empresa un préstamo de 2.000 millones de pesetas. El coordinador del Plan Estratégico Osona XXI, Josep Tarradellas, afirma que "si Puigneró se hubiera sometido exclusivamente a las leyes del mercado, éste la hubiera expulsado u obligado a reducir su actividad productiva especializándose en determinadas secciones mucho antes". Tarradellas no augura un futuro mejor: "Puigneró tiene una mala pieza en el telar. De la manera como está el sector no veo un futuro claro de la empresa si no es aplicando una drástica reducción y especializándose en determinados productos".
El director general de Puigneró manifiesta: "Si no creyese que la empresa tiene futuro dentro del sector, yo no estaría aquí". Puntí cree que hay un lugar en el sector textil para Puigneró, aunque la empresa tiene que adaptarse y asumir las condiciones que precisa el mercado, y en esta línea se está trabajando. "La reestructuración de la empresa es un proceso muy complicado pero veo buenas perspectivas de futuro", añade. La mejor garantía de este futuro es, a juicio de Puntí, "el buen ritmo de pedidos que tiene la empresa, lo que demuestra la confianza de los clientes hacia nosotros y da un valor añadido a Puigneró".
Puigneró ha ocupado durante años las primeras posiciones entre las empresas por volumen de facturación. Hoy en día, sigue teniendo un peso importante en la economía comarcal pese a haber reducido su facturación desde casi 30.000 a 17.000 millones.
En referencia a la repercusión de la crisis en las empresas externas que trabajan para Puigneró, el presidente del Consejo Empresarial de Osona, Joan Rovira, explica que dada la singularidad de Puigneró éstas no son demasiadas y, las pocas que hay, ya han pactado un acuerdo con la empresa para no dejar que se incremente la deuda contraída. Por otra parte, están los pequeños talleres autónomos que trabajaban para Puigneró. Rovira cree que éstos van a resentirse de la crisis aunque pueden encontrar alternativas rápidamente.
Donde se ve con preocupación la crisis de Puigneró es en los municipios en los que se ubican los tres centros de la empresa: Sant Bartomeu del Grau, Roda de Ter y Prats de Lluçanès.
"Recolocar a este número de personas no llevaría mucho trabajo ya que estamos en un buen momento de la economía", opina Rovira. Pero el principal problema no es que falten puestos de trabajo sino que el perfil del trabajador de Puigneró responde a la misma tipología de parado de la comarca. La mayoría de estos parados son mujeres, trabajadoras con bajo nivel de formación que provienen del textil y tienen más de 50 años. Pero el director general de Puigneró no ve conflictiva la recolocación del personal afectado por el expediente. "A mediados de setiembre, la empresa contaba con 1.721 trabajadores. A día de hoy ya sólo son 1.580. Esto quiere decir que la gente que busca activamente un empleo lo encuentra ya que la economía comarcal está en un buen momento", dice el director general.
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