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DÍA A DÍA

Tablas de la Baras

Parece que Juana la Loca estaba bastante menos tocada del ala de lo que afirma la leyenda y que carecía de rarezas achacables a cosa distinta de los males de amor. A lo mejor es esa reivindicación de la persona y del amor lo que ha llevado a Sara Baras a montar su último y espléndido espectáculo, que hoy termina sus representaciones en el Principal de Valencia, sobre esa figura desdichada. Pero cualquier pretexto es bueno para ver en acción a una bailarina flamenca que hace pocos años, ya casi se tragaba sobre las tablas al mismo Canales. El arte visible de Sara Baras reposa sobre un esqueleto de marca y su gracia escénica reside en una majestuosidad altiva de muchos quilates donde la verticalidad sin aspavientos es el eje de una explosividad muy controlada. Eso en lo que el espectador percibe, porque a saber lo que siente esta mujer tumultuosa. Nadie ofrece la garganta al viento caldeado de la sala como ella cuando inicia uno de sus desplantes, y la clase de indagación que procura con sus firmes zapateados bien podría ser objeto de varias tesis doctorales sobre la seriedad del movimiento. Sara siempre ofrenda más que demanda, en un rito de mucha antigüedad y mucha clase donde la sensualidad serena de su cuerpo se ofrece no como víctima sino como magisterio de una certidumbre irreversible, que es su virtuosismo apasionado. El baile flamenco casi siempre es mucho, pero Sara Baras es más todavía.-

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