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FINAL DE LA COPA DAVIS El tenis español alcanza la cima

La noche loca del tenis español

La celebración, animada por Corretja y Duarte, se prolongó hasta altas horas de la madrugada

"¡Àlex, Juan Carlos, Albert, Juanito os quiero en el escenario!", gritó, con la voz rota, Dudu Duarte. Y, obedientes a la orden del capitán, allá se fueron Corretja, Ferrero, Costa y Balcells para, micrófono en mano, hacer los coros a Mónica Green. No había duda. Segundos después, una multitud enfervorecida, se movía al ritmo de I will survive, la canción de Gloria Gaynor que Àlex Corretja ha convertido en el himno particular del equipo español de Copa Davis.Habían pasado casi diez horas desde que los jugadores y técnicos del G-4 yacían, como una piña humana, en la tierra del Palau Sant Jordi. Diez horas en posesión de su histórica Ensaladera; diez horas, en defintiva, de permanente celebración. Pero el cansancio ni asomó. Muy al contrario, la verdadera fiesta acababa casi de empezar. Jugadores, técnicos y directivos, hartos de protocolo, se liberaron entonces del corsé.

"¡A este paso, me van a llamar el santo. Atiendo hasta al menos pintado!", exclamó Àlex Corretja, al tiempo que se arrancaba la corbata y atendía al enésimo medio de comunicación. Apenas si pudo cenar. El número uno del quipo español fue el más solicitado por los periodistas durante la cena oficial celebrada en el Palau Reial. Junto al equipo australiano, con cuyos miembros intercambiaron regalos pero poco más -apenas un saludo entre Patrick Rafter y Corretja-, los españoles recibieron parabienes y varios regalos -Balcells salió más contento que unas pascuas con una camiseta del Barça que le entregó Joan Gaspart con su nombre rotulado-; pero apenas si mudaron su rostro habitual. Ferrero mantenía su immaculado rictus serio; Balcells departía con absoluta tranquilidad; Costa charlaba con su mujer y Corretja se multiplicaba para atender a la prensa. Pero a las doce de la noche todo cambió.

Con la ropa, la expedición española mudó también la cara para desatar su euforia en una conocida discoteca de Barcelona. Corretja y Ferrero fueron los primeros en unirse a la fiesta. Entre gritos, aplausos y felicitaciones hicieron su entrada en la discoteca. Allí se agolpaban familiares, seguidores, compañeros y ex tenistas con muchas ganas de juerga. Nadie se quería perder la gran celebración. Pero no fue hasta media hora más tarde, con Costa y Balcells incorporados ya a la fiesta, cuando todos subieron al escenario para gritar el inevitable We are the champions. Entre copas y cánticos, la noche se desmadró. Corretja irradió y contagió su desparpajo. Fue el primero en apoderarse del escenario para cantar, gritar, bailar e, incluso, amagar un púdico strip-tease, que Ferrero, Balcells y Costa no dudaron en secundar. Fue también el que consiguió que el héroe del fin de semana, el autor del punto definitivo mostrase, por fin, su cara más jovial. Fue entonces cuando Ferrero sorprendió con sus insospechadas dotes para el baile. Liberado ya de toda presión, el benjamin bailó, y de qué modo, lo mismo house que rock.

Cuando la noche tocaba casi el alba, Duarte, convertido en improvisado speaker, tomó el relevo de Àlex en la animación. La cabeza visible de los capitanes no paró. Su resistencia superó incluso la de algunos de sus jugadores. Pero no la de Balcells y sus populares patillas que, pese a mostrarse como el más reservado de todos, aguantó hasta altas horas el tirón. "¡No lo he visto desde el domingo por la tarde!", exclamaba ayer, desde su tocinería y lleno de felicidad, su padre.

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