Temperamento y condiciones
FERRERO-HEWITT. En los dos partidos de la final que ha jugado, y ganado, el joven Juan Carlos Ferrero ha demostrado que es, por temperamento y condiciones, un gran tenista. Durante casi todo el partido final, digamos que en un 80% del tiempo, el que valió el tercer punto y, físicamente, la Ensaladera, el valenciano se mostró muy superior, sabiendo marcar el ritmo y forzando a Lleyton Hewitt a jugarle de tú a tú, a seguir su pauta. - Demasiada prisa. Sólo al final del tercer set dio Hewitt la impresión de dominar el partido, de ser él el que marcaba el ritmo. El espejismo se debió simplemente a que a Ferrero parece que le entró demasiada prisa por ganar, perdió la paciencia y dejó que el australiano le ganara terreno. Hewitt se mostró entonces más agresivo y Ferrero empezó a pasar ciertos problemas, sobre todo porque dejaba cortas las devoluciones. Hewitt se le metió en la pista, pero Ferrero, y ahí radicó gran parte de su grandeza, volvió rápidamente a coger las riendas, marcó de nuevo el ritmo y, llegado el cuarto set, en el momento decisivo, no se perdió como al final del tercer set. En el instante clave no le vencieron las prisas.
- Jóvenes de futuro. Vimos un gran partido. Vimos un gran tenis practicado por dos jugadores muy jóvenes a los que, con toda seguridad, volveremos a ver en el futuro disputando grandes finales. Ambos tendrán mucho que decir en el tenis del nuevo milenio.
- Misión cumplida. Se trataba de ganar la Copa Davis y eso es lo que se ha conseguido. Así que no queda más remedio que considerar la misión cumplida. Enhorabuena a todos. Ya pronosticábamos en la víspera que era muy posible que Ferrero fuera el que rematara la faena, aunque detrás estaba preparado Àlex Corretja, toda una garantía si era necesario ganar el quinto partido. Los pronósticos se han cumplido.
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