Guerra de grandes y pequeños en Niza
El primer ministro portugués calificó la propuesta francesa de "golpe de Estado institucional"
ENVIADO ESPECIAL. La guerra entre grandes y pequeños por el reparto del poder en la UE adquirió ayer tintes dramáticos en Niza. Las cerradas posiciones de los países menos poblados hicieron inviable el objetivo de los pesos pesados de reducir el número de miembros de la futura Comisión Europea en una Unión ampliada. A cambio, los grandes preparaban anoche su venganza, como la definía un portavoz oficial, a la hora de repartir los votos que tendrá cada cual en el Consejo de Ministros de la Unión.
"Será un día muy difícil y complicado", había pronosticado por la mañana el portavoz de la Comisión, Jonathan Faull. Su pronóstico se confirmó minutos después. Al inicio de la sesión de trabajo entre los líderes, el primer ministro portugués, António Guterres, calificó de "golpe de Estado institucional" la propuesta que una hora antes había distribuido a las delegaciones la presidencia francesa. "No aceptaremos una propuesta humillante para nadie", añadió su ministro de Exteriores, Jaime Gama.
Esa propuesta, planteada por la presidencia de turno de la UE, señalaba que, a partir de 2005, la Comisión tendría un comisario por país (ahora los cinco grandes tienen dos). A partir de 2010, según la propuesta, o bien cuando la Comisión tuviera ya 27 miembros con las sucesivas incorporaciones de nuevos Estados, el Ejecutivo comunitario pasaría a tener un máximo de 20 personas, estableciendo una rotación igualitaria entre los Estados.
Sin límite alguno
En su radical oposición a la fórmula, Portugal estuvo apoyado por Austria, Suecia e Irlanda y, en menor medida, por Finlandia. A mediodía, Francia se vio obligada a rectificar y propuso que en 2010 se fije el número máximo de comisarios, y que la cifra sea inferior a 27. Ni siquiera esa concesión satisfizo a los pequeños, que anoche seguían empeñados en no ceder en el principio de un comisario por país sin límite alguno.En esa segunda propuesta, en cualquier caso, va ya una primera venganza de los fuertes: el presidente de la Comisión decidirá "la organización interna" del Ejecutivo comunitario, distribuirá las competencias y nombrará vicepresidentes. Es decir, que habría comisarios de primera y de segunda, por ejemplo con cartera y sin cartera, y éstos serán los de los países pequeños.
No era ése el único frente de batalla a costa de la propuesta francesa entre grandes y pequeños, porque éstos tampoco admitían la tabla de votos en el Consejo de Ministros de la Unión, que adjudicaba 30 votos a Alemania, Francia, Reino Unido e Italia; 28 a España; 26 a Polonia (una diferencia con España, pese a tener la misma población, que irritó a varios países, entre ellos a Alemania), y 12 a Rumania. Para el resto de 20 actuales o futuros miembros de la Unión, Francia propuso entre diez (Holanda, por ejemplo) y tres votos (Luxemburgo).
En síntesis, los grandes triplicarían sus actuales votos, mientras los pequeños sólo los multiplicarían por dos. A cambio, se lograría un mejor equilibrio entre votos y peso demográfico y se compensaría a los países más grandes por perder un comisario.
La tensión en el capítulo de los votos fue tal que la segunda propuesta francesa ni siquiera incluyó distribución de votos. "No puede satisfacer a todos", reconoció el ministro francés para Europa, Pierre Moscovici. Por el contrario, Portugal y Finlandia presentaron sus propias alternativas, que obviamente mejoraban las posiciones de los pequeños con respecto a los grandes. Ante semejante tensión, el canciller Gerhard Schröder y el presidente Jacques Chirac llegaron a lanzar el mensaje a los pequeños de que quizás acabaran planteando un nuevo reparto de votos basado no sólo en criterios demográficos, sino también en criterios económicos, lo que minimizaría aún más a la mayoría de países pequeños.
Pero, con ser el más violento, el frente entre menos y más poblados no oscurecía otros como el deseo mantenido por Alemania de tener más votos que ningún otro país, aspiración no recogida en el documento francés, difundido a la vez que se reunían Schröder y Chirac. Muy superior a la alemana era la decepción holandesa, ya que el plan inicial francés no incluye la tesis defendida por el Gobierno de Ámsterdam de tener más votos que Bélgica (ahora los dos tienen cinco y en la propuesta francesa se les da diez) porque tiene un 50% más de habitantes.
España, satisfecha
Y es que el plan de la presidencia francesa sólo satisfizo a dos países: la propia Francia y España. En en el caso de España, porque, aunque con menos votos, equipara su peso al de los otros cuatro grandes. "Ahora se trata de defender las posiciones", afirmaba una fuente oficial española. Periodistas que han asistido a varias cumbres europeas aseguran que siempre acaba mal quien comienza bien.Anoche, los líderes europeos se daban por vencidos y reconocían que no podrían llegar a un acuerdo antes de concluir la jornada, por lo que incluso renunciaron a mantener una cena de trabajo que ya consideraban inútil. Hoy por la mañana, Francia planteará otra propuesta. El ministro español de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, no descartaba incluso que las negociaciones se prolonguen hasta mañana, lunes. Y eso que se declaraba "optimista" sobre la marcha de los trabajos de la cumbre.
"Las discusiones son muy difíciles", reconocía el ministro francés de Exteriores, Hubert Védrine. "Y las dificultades muy grandes", añadía su colega Moscovici.
Y si eran difíciles las discusiones en cuanto al reparto del poder, más nítidas quedaban las posiciones egoístas en cuanto a la posible pérdida de soberanía nacional a favor de la Unión. "Cederemos en este punto, porque es bueno para las empresas y los trabajadores británicos", afirmaba un portavoz británico al hablar de una cuestión comercial, "pero los asuntos de Seguridad Social son y serán decididos por el Parlamento británico". "Cederemos en temas culturales lo mismo que los ingleses en fiscalidad", anunciaba otro francés. "Para nosotros, en fondos de cohesión hay muy poco margen de maniobra", decía Josep Piqué anoche, después de concluir la sesión.
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