_
_
_
_
Tribuna:EL RETO DE LA MUNDIALIZACIÓN
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El comercio como generador de crecimiento y riqueza

Vivimos unos momentos históricos apasionantes. Nunca hubo, en la historia de la humanidad, un momento en el que hayamos tenido la oportunidad que ahora tenemos para construir una sociedad con mejor calidad de vida y más segura para todos. Las nuevas tecnologías y la eliminación de barreras nos permiten un nivel de acercamiento que jamás existió y, por tanto, un mayor acceso a la cultura y a los productos de otros países. Nos permiten conocernos mejor y ello es bueno para evitar perjuicios y conflictos y por tanto facilita la paz y el progreso.Este fenómeno, que muchos conocen como globalización, representa un desafío colosal para el desarrollo armonioso del género humano. Sin embargo, pocos aspectos económicos y sociales de la actualidad son tan polémicos como el de la globalización. No es de extrañar. Acercar más y más la gente, sus productos y sus mercados es un cambio enorme que afecta a todos. Y una convulsión de estas dimensiones es inquietante, especialmente si se percibe como imprevisible e incontrolable. ¿Están justificados los temores que muchos tienen ante este fenómeno?

Muchos dicen que la globalización conduce a la desigualdad o que un aumento del comercio internacional resulta automáticamente en una distribución desigual de recursos. Nosotros, en la OMC, creemos lo contrario. La lección más importante de los últimos cincuenta años es la conveniencia de aceptar el mundo que hay más allá de nuestras fronteras en lugar de rechazarlo. La apertura es algo bueno. No hay más que comparar la pesadilla proteccionista de los años treinta con todo lo logrado desde la Segunda Guerra Mundial. Desde que el Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT) fue creado en 1948, el comercio mundial se ha multiplicado por quince. El nivel de vida tanto en los países desarrollados como en vías de desarrollo se ha triplicado, lo que ha sacado a millones de personas de la pobreza.

Es cierto que el comercio en sí no es suficiente para solucionar los problemas. Para paliar la pobreza también se requiere una gestión política adecuada, ayuda para disminuir la deuda, y, por supuesto, inversión en educación e infraestructura. Pero el comercio más libre, desde nuestro punto de vista, es un requisito previo necesario para el crecimiento económico y para una mayor prosperidad. Ésta es la razón por la que las sociedades abiertas han obtenido hasta cinco veces mejores resultados económicos que las cerradas

El desafío para todos nosotros es cómo lograr que estas experiencias tan enriquecedoras para el género humano puedan ser realmente compartidas por todos. Una forma de conseguirlo es con instituciones internacionales fuertes y democráticas, que permitan que nadie se sienta marginado, donde se respeten los derechos de todos, donde cada cual vea defendidos sus intereses legítimos. La Organización Mundial del Comercio hace precisamente eso: establecer una base legal para los crecientes intercambios comerciales, para que haya una relación comercial y económica fluida y ordenada entre estados en beneficio de todos.

Hace un año, en Seattle, la Conferencia de la OMC intentó mejorar la normativa comercial internacional con el lanzamiento de una nueva ronda de negociaciones para la liberalización del comercio. No se consiguió porque muchos países no estaban preparados para ello y otros temieron ser marginados o pensaron que sus intereses quedarían comprometidos. Pero la OMC no se ha paralizado porque aprendimos la lección: ahora conocemos mejor las necesidades de los países y sus inquietudes.

Durante este año hemos logrado restablecer la confianza en la OMC. Hemos iniciado negociaciones en los sectores de agricultura y servicios, hemos establecido un mecanismo para atender las preocupaciones de algunos países en vías de desarrollo ante sus dificultades por aplicar los acuerdos de la Ronda Uruguay. Hemos logrado un paquete de medidas para mejorar el acceso a los mercados de los países más pobres, y hemos dado la bienvenida a cinco nuevos países en la gran familia de la OMC. Mientras tanto, la negociación para el acceso de China continúa.

A veces se ha acusado a la OMC de no tomar en consideración las leyes y las inquietudes en la defensa del medio ambiente, de la salud y de la identidad cultural de los países. Eso no es cierto. La OMC no obliga a nadie a renunciar a sus propios niveles de salvaguardia de estos principios. Lo que no puede aceptar es la discriminación por razones no justificadas o arbitrarias. El sistema multilateral de comercio debe basarse en la no discriminación.

La OMC tiene un importante papel que desempeñar en el progreso económico del mundo. Estoy convencido de que si la OMC no existiera la gente clamaría por tener un foro donde los gobiernos pudieran negociar reglas, ratificadas por los respectivos parlamentos, que promovieran el comercio libre y un marco transparente y previsible para la actividad empresarial y para un intercambio de bienes mayor y más justo entre los seres humanos.

Mike Moore es director general de la Organización Mundial de Comercio.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_