Mucho Olympiakos para el Madrid
El conjunto blanco se mostró precipitado y cayó ante un inspirado equipo griego
Dice Sergio Scariolo que para ganar al Olympiakos hace falta realizar un partido perfecto. O casi perfecto. Seguro que no le falta razón. Seguro que para salir airoso de Grecia, ante un rival como el que ayer se encontró el últimamente inspirado Real Madrid, es imprescindible mantener la concentración el mayor tiempo posible. De nada sirve el trabajo realizado si el equipo naufraga nada más echar a andar el tercer cuarto, tras conseguir llegar más o menos indemne al descanso a base de coraje (46-40). Porque ocho minutos después de que acabara el reposo, el partido de ayer estaba visto para sentencia (63-48).Atropellado, ansioso y a menudo fuera de sitio. Así actuó el Madrid durante muchos minutos, demasiados. Los suficientes, al menos, para hacer inútil su arreón final. O para convertir en anécdota el hecho de que el equipo se siga imponiendo bajo los tableros, sea quien sea el equipo que se pone enfrente. O, en fin, para que no pase de un mero hecho estadístico el conseguir 12 triples. El Madrid continuó fiel a su costumbre de perder balones con singular reiteración -espectacular estuvo ayer Djordjevic en este apartado- y los 16 ataques que mandó al limbo le obligaron a bajar la cabeza ante un rival que más allá de sus individualidades, con Radja a la cabeza, tiene otros muchos recursos para solventar cualquier situación embarazosa. Que el Madrid se acerca, ahí vuela el triple de Risacher; que intenta acelerar, ahí está Rivers para frenarlo.
OLYMPIAKOS 91 REAL MADRID 84
Olympiakos: Tomic (7), Vukcevic (13), Papanikolau (10), Ekonomou (9), Radja (13), -cinco inicial-; Boudouris (3), Risacher (21), De Miguel (2), Femmeling (1) y Rivers(12). Real Madrid: Djordjevic (13), Alberto Angulo (2), Milic (8), Struelens (7), Meek (6) -cinco inicial-; Lucio Angulo (4), Herreros (16), Zidek (12), López (11) e Iturbe (5). Arbitros: Warnick (EE UU), Virovnik (Israel) y Lizica (Polonia). Excluyeron por personales a Tomic (m. 33), Economou (m. 34) y Meek (m. 35). Unos 3.000 espectadores en el Pabellón de la Paz y la Amistad de Atenas. (Crónica por TV).
Desde el inicio del choque, el Olympiakos se puso al mando de los acontecimientos, que era lo esperado. Al Madrid le tocaba apretar en defensa y, sobre todo, mantener la cabeza fría. Hizo todo lo contrario. Aceleró cuando no debía y enseguida se vio obligado a remontar. Adquirieron los griegos su mayor ventaja a falta de cuatro minutos para el final (77-61), cuando el Madrid vivía en estado de letargo. Pero el conjunto blanco se colgó del cuello de Herreros, para no variar, y fue así reduciendo distancias.
Llegó el habitual ratito heroico de los madridistas, en el que acumularon un parcial de 0-11. Entró un triple de Djordjevic, otro de Raúl López, un tercero de Herreros... Igual no estaba prohibido soñar. Igual la proeza era posible. De repente, el partido se metió en el último minuto y el marcador enseñaba un apretado 87-82. Fue el momento en que el Olympiakos demostró quién es, no rehuyó esa guerra de triples, y salió triunfador de un choque que volvió a certificar que el Madrid, un equipo que promete grandeza, está engrasado sólo a medias. Porque Zidek, pívot de profesión, es más dañino en el perímetro que bajo la canasta, lo que no deja de ser un contrasentido. Por contra, lo de Milic y el lanzamiento lejano es una pelea de difícil solución. Decía Scariolo que para ganar al Olympiakos había que realizar un partido casi perfecto, lo que no quiere decir sino que habrá que esperar a mejor ocasión.
Mejor les fue a los otros dos representantes españoles en la Euroliga. El Barça derrotó con menos problemas de los previstos al Buducnost (92-75), en un gran partido de los azulgrana. Por su parte, el Tau se exhibió frente a la Cibona de Zagreb (92-66).
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.