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Gore juega sus últimas bazas en Florida para lograr la presidencia

Actuando como presidente electo de EE UU hasta que no se demuestre lo contrario, George Bush recibió ayer en su rancho de Tejas a Dennis Hastert y Trent Lott, los líderes republicanos del Congreso, para esbozar sus primeras iniciativas legislativas. Mientras tanto, Al Gore jugaba una de sus últimas bazas ante un juez de Florida, que deberá decidir si se recuentan a mano 14.000 votos en disputa que pueden darle la Casa BlancaBush avanzó el jueves en la formación de su Gabinete, al reunirse con el general retirado Colin Powell, firme candidato a la cartera de Exteriores. El martes, en un intento de consolidar su imagen de vencedor y cerrar heridas, anunció que busca un "Gobierno de reconciliación" que incluya ministros demócratas.

Esos pasos eran denunciados ayer como "arrogantes" y "prematuros" por Al Gore. David Boies, jefe de sus abogados, expuso en el tribunal de Tallahassee, del juez Sanders Sauls, las razones del político demócrata. Según Gore, tras dos escrutinios mecánicos de todos los votos del Estado y un tercero manual en algunos condados de mayoría demócrata, todavía quedan unas 14.000 papeletas de Palm Beach y Miami-Dade que deberían volver a ser analizadas. Esas papeletas, dijo Boies, pueden contener suficientes votos favorables a Gore como para anular la ventaja de Bush (537 sufragios) certificada el pasado domingo por el Ejecutivo de Florida. Ese día Bush fue proclamado ganador de los 25 compromisarios de Florida en el Colegio Electoral, lo que le da las llaves de la Casa Blanca. Pero Gore, en un acto sin precedentes, impugnó la decisión. "Los resultados oficiales", dijo ayer Boies, "rechazan votos legales y contienen votos ilegales".

El juez de la impugnación

Sauls, un demócrata nombrado por un gobernador republicano, es el juez que se ocupa de la impugnación. Al comenzar ayer el juicio, señaló que deseaba terminarlo en 12 horas, o sea, anoche u hoy. Este combate es el más decisivo de los muchos que libran Gore y Bush en los tribunales. Claramente dividido, el Supremo de EE UU escuchó el viernes a las partes, pero sobre un asunto que ha perdido importancia. El Supremo de EE UU debe sentenciar si el organismo homólogo de Florida se extralimitó al autorizar el tercer recuento manual. Su decisión tendrá gran alcance moral y político, pero no afectará al fondo de la cuestión: la ventaja oficial que tiene Bush.Gore lucha contra el tiempo -Florida debe tener claros sus compromisarios en el Colegio Electoral el 12 de diciembre-, contra la opinión pública -el 66% de los norteamericanos, según una encuesta del Pew Research Center difundida ayer, cree que Bush debería ocupar la Casa Blanca- y contra sucesivas derrotas en los tribunales. La última se la propinó el viernes el Supremo de Florida, de amplia mayoría demócrata. Ese organismo sentenció que las célebres "papeletas mariposa" de Palm Beach son legales, por lo que no hay razones para celebrar allí nuevas elecciones.

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