Guardiola espabila al Barça
La entrada del capitán azulgrana evita que los tres goles marcados por Catanha den el triunfo al Celta en Balaídos
Pep Guardiola acudió en auxilio de un Barcelona menor, descosido por la efectividad de Catanha y perdido en la habitual inconsistencia de su defensa. En el partido que contempló al primer no comunitario que no ocupa plaza de extranjero en la historia de la Liga, el centrocampista azulgrana robó el protagonismo de Karpin, de Dutruel y hasta de Catanha, que anotó tres goles. Convirtió en ordenado a un equipo que pedía auxilio y levantó a los suyos hasta rebañar un punto. Un gran premio, dadas las circunstancias.La transformación que experimentó el Barça con Guardiola al mando fue proporcional a la dimisión de un Celta incapaz de reponerse a las circunstancias de un encuentro que dio como suyo. Serra Ferrer puso fin a los tres meses de sequía del hombre que marca la pauta. Empujados por él, Kluivert y Rivaldo se reivindicaron con el partido muy avanzado, pero con tiempo para evitar el desastre.
CELTA 3-BARCELONA 3
Celta de Vigo: Pinto; Coira, Cáceres, Yago, Juanfran; Giovanella, Doriva; Karpin (Vagner, m. 83), Mostovoi (Edu, m.8), Gustavo López (Tomás, m. 90); y Catanha.Barcelona: Dutruel (Reina, m.45); Reiziger (Simao, m.35), Abelardo, Frank de Boer, Sergi; Gabri, Cocu, Xavi (Guardiola, m. 46), Overmars; Rivaldo; y Kluivert. Goles: 1-0, M.10, Catanha remata en el área chica, tras un disparo de Gustavo López. 2-0, M.15, Catanha dispara, el balón toca en Abelardo y entra tras confundir a Dutruel. 2-1, M.18, Frank de Boer empuja el balón con la nuca, tras cabecear Catanha intentando despejar. 3-1, M.27, Catanha supera a De Boer en el salto y marca de cabeza. 3-2. M.50. Centro de Rivaldo y cabezazo de Kluivert. 3-3. Kluivert desvía a pase de Rivaldo Árbitro: Muñiz Fernández. Amonestó a Juanfran, Doriva, Vagner, Coira y Overmars. Unos 23.000 espectadores en Balaídos.
Hasta entonces al Barcelona le faltó todo menos Overmars, que fue el único jugador dispuesto a rebelarse al destino, y que por su banda encontró el remedio, una y otra vez, para escapar del dominio del Celta. Pablo Coira vivió con dignidad uno de esos duelos que curten a un futbolista tan joven, pero demasiado a menudo tuvo obligó a los centrales a asistir en su ayuda.
Todo lo que el holandés puso en el ataque lo desperdició una defensa que no acaba de acostumbrarse a tantos cambios de fisonomía. Salió Serra Ferrer con cuatro zagueros y no evitó el incendio que provocó Catanha. El brasileño, que estaba seco desde la tercera jornada, se redimió de tantos partidos desperdiciados con una efectividad sensacional. Ventisiete minutos le bastaron para mandar al encopetado Barça al infierno.
Fue un partido cargado de sucesos. El primero ocurrió a los siete minutos, cuando se rompió Mostovoi. Pese a la ascendencia de éste en el equipo, resultó un contratiempo a medias, porque el ruso atraviesa una mala época, mientras que su sustituto volvió locos a los centrales. Porque el brasileño Edu se metió entre líneas y Xavi les dejó el trabajo a Abelardo y Frank de Boer. Sobre todo al holandés, que llegó siempre tarde a su encuentro.
El Barcelona no lució en ataque precisamente por el papel menor de sus centrales, incapaces de adelantarse en los continuos centros desde los costados deValeri Karpin y Gustavo López. Tampoco encontraron respaldo en Dutruel, que no hizo ni un esfuerzo de más en ninguno de los goles. Entraba tan lentamente en el partido el equipo catalán que la efectividad de Catanha le puso el encuentro para la gesta.
Si le resultó posible mantenerse en el partido fue por una acción fortuita que acabó en gol. Cierto que Rivaldo sacó un córner de los que llevan la mecha encendida, pero Cáceres se anticipó a Frank de Boer. No entra en el campo de la lógica que el balón rebote en la espalda del barcelonista, mucho menos que enfile la escuadra y, ya en el colmo del despropósito, que Coira estorbe a Pinto. El Celta, que se escapaba, volvió a sentir el aliento del Barça.
Pero el cabezazo espectacular de Catanha convirtió en anecótica esa acción y provocó que el equipo de Serra Ferrer se fuera al descanso con dos goles de desventaja, con un juvenil bajo los palos y con dos cambios consumidos, pero no le fue tan mal la segunda mitad. Porque después de casi cien días de baja, a los tres minutos ingresó en el campo Guardiola dispuesto a dibujar el fútbol de su equipo, y como si el juego se reconciliara con los azulgranas a los dos minutos se volvió a meter el Barcelona en el partido.
También fue un suceso ese segundo gol, que contempló cómo la acartonada defensa del Celta, producto de una cadena de lesiones, permitió a Kluivert adelantarse allá donde nadie había para rematar sin oposición. Con Guardiola y ese gol el partido se transformó, apareció Rivaldo, resucitó Kluivert y se despidió el equipo vigués.
No había dado señales de vida Rivaldo hasta el descanso, pero con la cobertura de Guardiola entró en faena. Tanto bajó a ayudar a los centrocampistas como se fue al área a acompañar a Kluivert. Como Overmars siguió a lo suyo, los balones llegaron a la punta del ataque desde casi todos lados. Especialmente significativo fue el tercer gol azulgrana, en el que el brasileño resolvió en un palmo del área y el holandés empujó a gol.
Como al Celta ya no le acompaña el fútbol como antaño, la segunda mitad la afrontó empujado por Karpin y Gustavo López. Es decir, por acciones en solitario, que sobre todo sirvieron para reforzar los ánimos de un Reina más que correcto. El debut del portero blaugrana fue una buena noticia más para un Barcelona que salió del coma para reponer su jerarquía. Y para jerarquía, la de Guardiola.
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