La economía de EE UU acentúa su ralentización en el tercer trimestre
La economía estadounidense pisa el freno. Los datos oficiales sobre el tercer trimestre, publicados ayer, no dejan ya lugar a dudas sobre la reducción de velocidad. El producto interior bruto (PIB) de Estados Unidos creció a un ritmo anual del 2,4% entre julio y septiembre, la tasa más baja desde 1996 y muy inferior al 5,6% del segundo trimestre con que se llegó al verano. En sus estimaciones de hace un mes, el Gobierno había calculado que la cifra era del 2,7%.
El cuadro que dibujan las estadísticas del Departamento de Comercio es casi exactamente el que deseaba Alan Greenspan, el reverenciado presidente de la Reserva Federal. Cuando Greenspan empezó a subir los tipos de interés a mediados del año pasado, dio a entender con su habitual oratoria retorcida que el principal objetivo era evitar, tras diez años consecutivos de prosperidad, un recalentamiento que condujera de forma cíclica a una recesión. El aterrizaje suave consistía en moderar paulatinamente el crecimiento para evitar tensiones inflacionistas, problemas de sobreproducción y frenazos bruscos.Por ahora, las cifras macroeconómicas le dan la razón al presidente de la Reserva Federal. Tras seis aumentos consecutivos de los tipos, la economía funciona más lentamente sin que se registren problemas de inflación (la tasa anual del tercer trimestre fue del 1,9%) ni de desempleo (el nivel se mantiene al 3,9%.) El aterrizaje resulta incluso más suave de lo esperado por Wall Street, cuyos analistas predecían que el porcentaje real del tercer trimestre no superaría el 2,2%. El Dow Jones subió ayer un 1,16%, mientras el Nasdaq caía al cierre un 1,03%.
Las cifras indican que el consumo doméstico se mantiene estable. Lo que ha bajado es la inversión de las empresas (los almacenes están llenos porque se exporta menos) y sus ganancias. En conjunto, los beneficios de la industria estadounidense subieron a un ritmo anualizado de sólo un 0,6% entre julio y septiembre, la peor cifra desde la crisis asiática de 1998.
Los mercados bursátiles no parecieron preocuparse, sin embargo, por la reducción de beneficios. Pese al prolongado desastre de las compañías de Internet y al preocupante encarecimiento del mercado de bonos de empresas, la impresión general es que la economía se mantiene sólida. El índice Dow Jones subió al conocerse los datos macroeconómicos, porque los inversores tenían la mirada puesta en la inflación. Con los precios aparentemente bajo control, es de prever un cambio de rumbo en la política de la Reserva Federal. Se da por seguro que los tipos no subirán más, y como muy probable que, tras una fase de neutralidad,Greenspan los reduzca un poco. El mercado de deuda pública fue sensible a las novedades: los bonos del Tesoro a 30 años bajaron muy levemente (un 0,01%) hasta el 5,69%, y la deuda del Tesoro a 10 años hizo lo mismo.
El responsable de la política monetaria deberá hilar muy fino durante los próximos meses, según los analistas, porque un aterrizaje es una maniobra delicada. Debe mantener el dinero lo bastante caro como para evitar nuevos acelerones, pero no tanto como para que se produzca un frenazo en seco.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.