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¿Olvidos?

La diputada de Esquerra Unida en las Cortes Valencianas Dolors Pérez, ha pedido a la Cámara que apoye la difusión de las películas en que intervino Ovidi Montllor, que participe en la difusión de la colección de CD que recoge su obra musical y que intervenga en la recuperación de sus aportaciones teatrales.El hecho ya recurrente de acudir al Parlamento valenciano para que éste asuma con convicción apoyar tareas que al Consell le cuesta tomar en consideración, convierte a éste en foro donde enjugar las deudas que tenemos con quienes apostaron por cambiar las cosas en tiempos difíciles.

Los pueblos que quieren vivir honestamente la libertad no pueden olvidarse ni un momento de quienes trabajaron por ella, ni dejarse vencer por la tentación cómoda que la normalidad propicia. Si ceden, más pronto o más tarde, lo pagan.

Por eso, saludando la iniciativa de Esquerra Unida quiero mostrar mi extrañeza por algo que debió hacerse, y quienes debían no hicieron.

No fue suficiente que con motivo de la reciente muestra de los cinco siglos de la Universidad de Valencia, una de las salas recogiese una muestra de fotografías y documentos sobre el antifranquismo valenciano universitario, pues parecía más una muestra de antigüedades curiosas que el desagravio que la Universidad les debe a quienes fueron extrañados de ella por la represión del régimen de Franco, ahora que quienes la gobiernan se tienen a sí mismos como herederos de aquellas generaciones de opositores que pagaron con la expulsión, el procesamiento, la cárcel o el batallón disciplinario la osadía de defender la libertad, la lengua propia de los valencianos o un régimen de libertades.

A principios de los años setenta el almirante Carrero Blanco inició una ola de represión en la Universidad que, aquí, en la Literaria de Valencia se saldó, como han puesto de manifiesto los memorables trabajos de Benito Sanz, verdadero gurú de la memoria histórica reciente del mundo progresista valenciano, con 312 expulsados, a quienes se les aplicó el reglamento de disciplina académica, con la anuencia del rector de entonces.

Unos fueron, además, procesados por el TOP (Tribunal de Orden Público), algunos fueron a parar a la cárcel, otros fuimos enviados a cuarteles militares distantes sin sorteo y advertidos de nuestra precaria situación; otros, en fin, vieron truncados sus estudios para siempre.

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Desde entonces y hasta hoy, ningún rector, ni junta de gobierno de esta Universidad, cuyos dirigentes actuales creen encarnar la conciencia ética de la sociedad valenciana, se han dignado a tomar en consideración reconocer pública y oficialmente que aquellos estudiantes represaliados no tuvimos más defensa corporativa que la dimisión anticipada de algunos cargos académicos, como el profesor Manuel Broseta, y algunos miembros del Consejo Patronato de la Universidad.

Un olvido así suena a triste sarcasmo.

Vicent.Franch@uv.es

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