_
_
_
_

Scotland Yard abre la mano

Isabel Ferrer

,Primero fueron las enfermeras, tan escasas en el Reino Unido que la sanidad pública ha ido a buscarlas hasta China y Filipinas, además de a España. Luego fue el Ejército, profesional pero sin reclutas suficientes para hacer frente a las necesidades de un país que pone tropa al servicio de la OTAN y de Naciones Unidas. Ahora le ha llegado el turno a la policía londinense. Scotland Yard necesita por lo menos 3.000 agentes más en la capital británica y, cansada de no encontrarlos, ha decidido relajar sus criterios de admisión. Los nuevos aspirantes ya no necesitarán presumir de un pasado sin tacha para vestir el uniforme. Delitos considerados menores como las multas de tráfico o el impago del canon televisivo -que lleva a la cárcel durante unos días a centenares de ciudadanos al año- no serán obstáculo para formar parte de las fuerzas del orden.

La idea la ha tenido sir John Stevens, comisario jefe de Scotland Yard, que acaba de perfilar el retrato robot del nuevo candidato ideal. Una vez agotados los ciudadanos sin tacha, el servicio policial de admisiones pasaría a estudiar a los que hayan sido condenados por infracciones de tráfico, el mencionado olvido de la licencia televisiva, que ronda hoy las 30.000 pesetas anuales, "o delitos cometidos hace 15 años y que no hayan vuelto a repetirse". Según el cabeza visible del cuerpo de policía inmortalizado por el invencible, cáustico y ficticio Sherlock Holmes, cualquiera debe tener derecho a convertirse en policía de Londres "siempre que sus referencias sean las adecuadas en el momento de efectuar su solicitud". En otras palabras, si se han reformado lo suficiente como para que el resto de la sociedad se fíe de ellos.

John Stevens le contó su plan al periodista de la BBC David Frost, veterano de entrevistas legendarias, que mostró comprensibles reparos a la idea. "No estamos hablando de delincuentes. Nadie con antecedentes penales serios entrará en Scotland Yard", le replicó el comisario jefe. Sus propios colegas no están tan seguros de que se trate de una buena idea. Glen Smyth, presidente de la Federación de la Policía Metropolitana, ha puesto el grito en el cielo. Después de calificar de "eufemismo increíble" el hecho de que Stevens hablara de flexibilizar las normas de contratación de la policía de Londres, ha lamentado la caída en picado de los valores morales, que afecta, según él, a la sociedad británica. "Ya sé que no vivimos en un mundo perfecto, pero uno espera cierto grado de honestidad en la policía".

A Smyth le asalta además una duda. Dada la actual escasez de personal, si los nuevos policías metropolitanos cuentan con antecedentes penales, es muy posible que acaben patrullando las calles de Londres con el mismo agente que les detuvo años atrás. Una paradoja que Glen Smyth preferiría no ver materializada entre sus subalternos. Jan Berry, presidente de la Federación Nacional de Policía, comparte su opinión. Si para aumentar el número de agentes es preciso bajar tanto el listón, ha venido a decir, más valdría seguir en precario.

De momento, sólo un colectivo distinto al policial considera acertada la idea. Se trata de la asociación nacional encargada de rehabilitar a los delincuentes. Paul Cavadino, su presidente, está cansado de no hallar trabajo para sus miembros por las reticencias de los patronos a contratar a un ex convicto, aunque fuera por los delitos "menores" ahora condonados por Scotland Yard. Por eso y porque sostiene que para reintegrarse en la sociedad hace falta una oportunidad además de esfuerzo, ha aplaudido la propuesta de Stevens con un sonoro "¡ya era hora de que alguien reconociera en público que los delincuentes pueden cambiar!".

A falta de cifras de nuevos candidatos, el Gobierno laborista se ha limitado a subrayar que los comisarios de policía son libres de contratar a quien les plazca. "Es una facultad suya decidir si aceptan a ex delincuentes en sus filas, no nuestra", han dicho en el Ministerio de Interior. La sorpresa viene esta vez de las filas conservadoras. Ann Widdecombe, portavoz de Interior de la oposición británica, fue secretaria de Estado de Prisiones en el anterior Gabinete de John Major y se ha hecho famosa por su ruda franqueza. Esta vez, sin embargo, ha sido más fina: "A veces hay que ignorar detalles de la biografía de los aspirantes a ciertos empleos. De todos modos, habría que asegurarse de que los seleccionados se han reformado del todo antes de admitirlos", dijo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_