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Malestar en el CSN por la actitud del Gobierno y de la oposición en el 'caso Tireless'

El Gobierno le ha embarcado en un problema, el del submarino nuclear Tireless, que sólo puede controlar a distancia; los británicos le han regateado la información; la oposición le critica por haber aceptado hacer el viernes al sumergible una mera visita protocolaria, y los alcaldes del Campo de Gibraltar no se acaban de creer las explicaciones que les dan cuando aseguran que no hay ningún riesgo de fuga radiactiva. Atrapado en medio de este fuego cruzado, el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) se siente incómodo cuando se cumplen los 20 años de su creación como organismo independiente.

Corresponsabilidad

El CSN celebró el martes pasado en el Congreso de los Diputados, la cámara que nombra a su órgano directivo, sus 20 años de existencia mediante un acto institucional sobre el que planeó la sombre del Tireless.Cuando el 19 de mayo el submarino nuclear averiado atracó en Gibraltar, el CSN inició su labor de vigilancia radiológica en el Campo de Gibraltar. Sólo tres meses después el Gobierno le pidió asesoramiento sobre el submarino.

El órgano es independiente. Su presidente, Juan Manuel Kindelán, responde ante el Congreso, y por eso algunos de sus miembros desaconsejaron aceptar el envite del Gobierno, según una fuente de la Administración. "Al final se impuso, sin embargo, el sentido de la responsabilidad", comentó un diplomático.

El malestar creado quedó reflejado por el propio Kindelán cuando, en su primera rueda de prensa, en octubre, proclamó su "ignorancia total" sobre los submarinos nucleares a pesar de que sus subordinados sí saben de reactores, de materiales...

Respondiendo a ese y a otros comentarios, la Junta de Personal publicó el lunes un comunicado en el que resalta que los trabajadores del consejo "tienen los conocimientos necesarios en seguridad nuclear y protección radiológica como para evaluar" la situación del Tireless.

Nadie en el CSN consideraba, sin embargo, muy útil hacer una visita al buque varado y, sobre todo, si esta iba a ser restringida, como lo fue la de los tres expertos en seguridad nuclear contratados por el Gobierno gibraltareño para disponer de una evaluación propia. Para que no quedaran dudas, el consejo así lo dijo. De palabra, el 30 de octubre, y después lo puso por escrito, el 2 de noviembre, en un comunicado en el que recalcaba que "una mera visita de inspección no ofrecería por sí misma información suficiente".

Al día siguiente, sin embargo, dos de sus subdirectores partieron de viaje a Gibraltar después de que Londres diese al ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, su luz verde para que recorrieran una parte del buque. Piqué conseguía así un gesto británico con el que intentaba apaciguar los temores de los habitantes del Campo.

Con su empeño por enviar a los técnicos hasta el submarino, el Gobierno "maltrataba" al consejo, según la Junta de Andalucía, mientras que la oposición socialista e Izquierda Unida deploraban que éstos hubieran hecho una mera visita "protocolaria" o de "complacencia". Ecologistas en Acción fue más lejos. Acusó al Consejo de "conformarse con cualquier información que le dan". Este organismos está haciendo "una incomprensible dejación de funciones".

"El CSN se encuentra en una situación incómoda", comenta una fuente de la Administración asociada a la preparación del viaje a la colonia británica, "porque tras la visita se ha convertido a los ojos de la opinión pública en coresponsable de los problemas que puedan surgir en el submarino a pesar de que su acceso al buque, e incluso a la información, es algo limitado".La relación con la Royal Navy tampoco ha sido fácil para el consejo. Durante meses tuvo que trabajar con las conclusiones a las que habían llegado los expertos británicos sin poder estudiar las pruebas de laboratorio, las radiografías o las fotografías de la microcámara introducida en la tubería de refrigeración.

"A veces proyectaban su material en una pantalla y después se lo llevaban corriendo sin que lo pudiesemos examinar", se queja un funcionario que asistió a las primeras reuniones con el capitán de coberta Peter Hurford. "Una vez nos dijeron que era secreto militar unos datos que figuraban en una página de Internet sobre submarinos", añade.

La visita a Madrid, el 27 de octubre, del primer ministro británico, Tony Blair, para entrevistarse con el presidente José María Aznar cambió las cosas. Desde entonces la información fluye con más intensidad.

Ahora el Consejo espera que el Gobierno español respalde su petición de estar presentes en Gibraltar en las pruebas previas al arranque del reactor nuclear, el único momento en el que, según este organismo, existe un riesgo mínimo.

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