Los recuerdos de Antonio, a subasta
El volumen de la próxima subasta en Durán -20, 21 y 22 de este mes- de las colecciones profesionales y personales de Antonio Ruiz Soler sitúan esta cita como un hecho sin precedentes en el mercado de arte y la primera en su género en la historia española reciente. En los más de mil lotes que componen la subasta hay muchas cosas que exceden el valor estrictamente material para convertirse en historia viva del genial artista y controvertido personaje.La presentación, presidida por la bailarina María Rosa y José Antonio, ex directora del Ballet Nacional de España y actualmente director artístico del Centro Andaluz de la Danza, respectivamente, estuvo rodeada por rumores: litigios pendientes entre los herederos, la especulación inmobiliaria sobre el solar de la calle de Coslada (donde está el teatro-estudio de Antonio que albergó durante décadas esta colección), la ausencia de algún representante del Ministerio de Educación y Cultura y hasta brotes de patético entusiasmo, como el de Rosita Segovia al abrazarse, para los fotógrafos y en pose de baile, a la figura del Museo de Cera que representa al bailarín sevillano.
El trabajo de clasificación ha sido titánico, según expresó Consuelo Durán, tanto por el volumen de piezas como por la complejidad de identificación. La subasta parte de un impresionante catálogo de trajes, algunos cosidos por las propias manos de Karinska (la sastra rusa de George Balanchine), como el de Sonatina, a partir de un boceto de Leonor Fini; también están un anillo regalo de Pablo Picasso, un dibujo autógrafo de Serge Lifar, el molde del pie derecho del bailarín fundido en bronce (la otra copia está en la Biblioteca de la Ópera de París), los telones ideados por Muntañola, las condecoraciones (lazo de Isabel la Católica incluido), los múltiples retratos (destacando los de José Caballero o el óleo de 1955 de Capuletti), multitud de obra pictórica del propio Antonio (como el dibujo en rosa La Caramba, que preconiza, con ironía y gracejo, el mundo de las drag queens); importantísimos diseños que hoy son parte de la historia del ballet español del siglo XX, como los de Vicente Viudes (Suite de sonatas) o el propio Caballero (decorado de Martinete), y así hasta llegar a la parte menos vistosa, pero quizá la más jugosa teniendo en cuenta que la biografía definitiva de este genial bailarín y coreógrafo está por escribir: su epistolario, su archivo de fotos y su colección de prensa.
En el criterio de una amiga de Antonio, este legado nunca debió disgregarse ni llegar a subasta, sino que debió ser cuidado, comprado y clasificado y custodiado para siempre por el Ministerio de Cultura. Quizá con la llegada del PP al poder era el momento de una reconsagración de Antonio, que estuvo considerado como el "artista oficial del franquismo" (sale a subasta una foto donde el artista saluda a Franco en presencia de un joven Adolfo Suárez). Pero el gran Antonio demuestra su atemporalidad y su grandeza con esta colección tan humana como personal, tan pasional como lo fue su existencia.
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