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VISTO / OÍDO

Uno de dos

A primera vista, Bush y Gore parecen bastante distintos, y esas diferencias pueden decidir a los votantes a preferir uno sobre otro. Parece hoy que mañana esas preferencias estén muy equilibradas. Dependen de muchas cosas. Negros, hispanos, homosexuales, feministas, árabes, católicos, prefieren a Gore; hebreos, clase media alta, banqueros, defensores del pudor, enemigos del aborto, anticastristas, se van al lado contrario. Es como una división clásica entre izquierda y derecha. Pero hay que englobarlo en una poderosa derecha, en la que los demócratas derivarían un poco hacia la izquierda. La verdadera izquierda se encuentra entre los que se abstienen, que son muchos, y los que eligen a Gore como mal menor. Es el heredero de Clinton, que no deja, dentro de ese ámbito global, mal recuerdo, desde las conversaciones de paz de árabes y judíos hasta las felaciones en el Despacho Oval, que en cierta forma fueron una representación de la libertad sexual. No tiene en cuenta la izquierda el ultraderechismo de las guerras en que se vio complicado. Como en España y en la mayoría del mundo occidental estas guerras fueron presentadas como de la libertad frente a la dictadura, y estas dos opciones entre las que nadie duda se personificaron en personajes odiosos, en Milosevic y en Sadam Husein, comparados con Hitler. Esta personalización es un hallazgo.La conversión en España de Arzalluz, de Ibarretxe y de su partido en culpables de la existencia de ETA y de sus crímenes es útil en el sentido de que se puede encontrar un enemigo con cara y palabras en lugar de sombras de enmascarados. La cuestión de los pueblos bombardeados y bloqueados por Clinton, impedidos de vender sus productos y encerrados contra cualquier importación de alimentos o medicinas, apenas se tiene en cuenta o parece justa. Importa el conjunto de ideas de la posguerra, la defensa de las libertades, el Estado de derecho, ley y orden. Sobre esas cuestiones hay menos diferencias entre los dos candidatos.

Esos grandes designios están por encima de la personalidad de los candidatos; y por encima de los otros Gobiernos del mundo. Europa ha copiado esa indiferenciación política: el sistema, el neoliberalismo, el capitalismo, ha devorado todos los partidos, que ofrecen solamente algunas variantes.

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