Conocerse para llegar a quererse
El Instituto Transfronterizo nace para acercar a las comunidades que habitan a ambos lados de 'la Verja'
La Verja que cerró Franco está abierta ya, pero en buena medida también las heridas que surgieron no sólo de esa decisión infame, sino de casi tres siglos de historia que han convertido la cercanía geográfica en un abismo entre las dos sociedades. El pasado jueves se inauguró en La Línea de la Concepción la sede del Instituto Transfronterizo del Estrecho de Gibraltar con la presencia del presidente de la Diputación de Cádiz, Rafael Román, el ministro principal de Gibraltar, Peter Caruana, el alcalde linense, Juan Carlos Juárez, que junto a otras autoridades y algunos expertos venidos de EE UU y México arroparon al verdadero impulsor del proyecto, Francisco Oda, y abrieron un simposio que se clausuró ayer. En el Peñón, el Instituto tendrá también una sede, aunque aún no está fijado su emplazamiento.Alejadas de la alta política y más cercanos a tono práctico del día a día, las autoridades locales están tendiendo puentes para ahondar en la colaboración y el conocimiento mutuos. El año pasado, la Diputación de Cádiz y el Gobierno de Gibraltar suscribieron un convenio marco de colaboración. En la misma senda, el Ayuntamiento de La Línea y el Ejecutivo del Peñón se comprometieron el pasado julio a incrementar los intercambios en materias como la cultura, turismo, salud o asuntos sociales.
Los gibraltareños, los llanitos, se quejan de que no se les conoce, que del Peñón sólo se habla cuando hay problemas. Pero sus lamentos y recelos están principalmente enfocados hacia Madrid, hacia el Gobierno central. Las autoridades gibraltareñas están, sin embargo, bastante más proclives a mejorar sus relaciones con el Campo de Gibraltar, no exentas de sus dosis de interés.
Ya durante la crisis de los pescadores, hace más de una año, Caruana demostró una gran intuición política y, sobre todo, mucha mano izquierda para sortear a Madrid y liderar de alguna manera un conflicto regional. El ministro principal gibraltareño subrayó entonces el perfil autónomo que posee la población del Peñón. El carácter de colonia británica es aprovechable desde el punto de vista que les protege de ser absorbidos por España y les permite mantener sus peculiaridades fiscales que permite que su mayor exportación sea el petróleo y sus derivados y que tengan el doble de sociedades registradas que habitantes. El tratado de Utrecht no contemplaba la presencia de población civil y de hecho, estos llegaron después al socaire de las guarniciones militares británicas. Su procedencia era variada: sefardíes, malteses, magrebíes... La población gibraltareña no tiene por tanto tanta vinculación como se esperaba con los andaluces y si a eso se le suma la construcción de su sociedad sobre el sistema británico, las diferencias se disparan.
Ahora quieren conocerse y colaborar. El Gobierno gibraltareño no oculta su apetito por ejercer un cierto liderazgo en la comarca. Su bonanza y estructura económica y de infraestructuras, como es especialmente el caso del aeropuerto, son sus principales armas. Además, una fuente de ingresos que crece cada día en Gibraltar es el turismo y una mayor apertura fronteriza y de colaboración sin duda le beneficiaría para abrevarse de los torrentes de turistas que pasan anualmente por la costa andaluza. La unión de intereses con la comarca del Campo de Gibraltar le otorgaría mucho más peso a la hora de cualquier negociación o rifirrafe con el Gobierno central. Ahora, la mayor queja de los gibraltareños es la de los dobles filtros en la frontera, que pueden alargar las esperaras para salir del Peñón en coche hasta las tres horas.
En la parte española, la Diputación de Cádiz y el Ayuntamiento de La Línea han visto la importancia que puede presentar Gibraltar. La Línea depende en gran medida del Peñón, ya que varios miles de sus ciudadanos trabajan en la colonia británica o son pensionistas tras años de contribución. Una mejora de las relaciones y una serie de acuerdos podrían beneficiar sin duda a la zona. La Diputación de Cádiz anhela la apertura del aeropuerto para uso conjunto, pero eso es algo que Caruana maneja con mucha habilidad. La oposición gibraltareña simplemente se niega en redondo.
Unos y otros esperan mejorar las relaciones para beneficio mutuo. Es posible que hasta el eterno problema de la soberanía llegue a diluirse o tomar un giro a través de la comarcalización de Gibraltar, por el momento, ahora se han decidido a conocerse más.
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