ETA y el mundo infantil
Después de un atentado, todos sentimos rabia, indignación e impotencia, juntamos los dientes y rechazamos esa maldita escuela de odio y rencor que supone el fanatismo; lo que es nuevo para mí es cómo lo sufre el mundo infantil; ni siquiera me lo había planteado hasta conocer un par de anécdotas de dos niños; son la cara y la cruz de la repulsa , ambos de siete años; el primero veía las noticias y no entendía el porqué de las lágrimas de otros niños, no tenía claro el concepto de ETA; su madre le comentó que unos señores habían asustado a los niños con un petardo muy grande que rompió los cristales de su colegio; la siguiente pregunta al ver manifestantes era quién había dado a la gente los carteles de ETA, no; su madre contestó que cada uno se había hecho su pancarta para demostrar públicamente que estaba en contra. Con sus siete años y más sensatez que algunos políticos que no condenan estos hechos, fue a su habitación, cogió un folio e hizo su pancarta con el mismo deseo que todo demócrata tiene: ETA no, y lo ha dejado en su habitación; cuando su madre le preguntó por qué había hecho la pancarta, él contestó simplemente: no está bien que esos niños lloren.
Otro caso muy distinto lo comentaba una amiga; su hijo le había preguntado qué pasaba en la tele; cuando le comentaron que ETA había matado a unos señores, él preguntó: "¿Y por qué no les matamos a ellos". No sé si entendió por qué no se les debe matar, que somos distintos, pero lo que me preguntaba su madre era: "En el caso de las familias afectadas, ¿cómo se contestaría esa pregunta?". Labor difícil.
Me gustaría saber si "la gente" que ha provocado tanto dolor tiene niños cerca: hijos o sobrinos que se hagan preguntas cuando ven las noticias; quizá la ingenuidad de un niño supla la conciencia perdida, o quizá la única ingenuidad que haya sea la mía por pensar que "esa gente" pueda ver algún día en otro color que el rojo con el que marcan su trabajo.- Javier Gustavo Madrazo Muriente. Madrid.
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