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Reportaje:EXCURSIONES - CAÑÓN DEL RÍO SALADO

Agua dulce, tierra amarga

Cuando hace un lustro las autoridades decidieron por fin construir la presa de El Atance en el río Salado, tras casi medio siglo de anteproyectos, una mano inocente se levantó: "Estooo, ejem..., ¿pero el río Salado no es salado?". Desde luego, nadie ignoraba que este afluente del Henares corría sobre terrenos de entraña salífera, ni que desde tiempos de los romanos se habían abierto y explotado pozos de agua salada en las aldeas ribereñas de Rienda, Riba de Santiuste, Cirueches, La Olmeda de Jadraque, Santamera e Imón.Así fue como, en 1995, se encargó a varios expertos en hidrología isotópica del Cedex un estudio de la salinidad del Salado, cuya principal conclusión fue que las aguas del río no eran las más dulces del mundo, pero sí aptas para uso agrícola, recomendándose el cierre de las pocas salinas que aún se explotaban en las vecindades para evitar que las aguas extraídas de los pozos salinos, así como los residuos de las balsas, acabaran llegando de uno u otro modo al proyectado embalse. Y la presa se levantó finalmente en 1999.

En Imón, a medio camino entre Sigüenza y Atienza, la carretera atraviesa un paisaje cuadriculado de canales y albercas minuciosamente empedradas. Viendo las salinas y los depósitos de tiempos de Carlos III, hermosos ejemplos de arquitectura preindustrial, hoy huérfanos de sal, se nos pone un nudo elegiaco en la garganta: ¿qué se hizo del oro blanco de antaño?, ¿qué de las caravanas medievales y de los monopolios reales, tan avaros? Clausurada la explotación en 1985, los salineros de Imón, nos dicen, siguen manteniendo una actividad testimonial importando la sal de otros lugares para abastecer a los clientes de toda la vida.

A seis kilómetros de Imón, en la recoleta aldea de Santamera, comenzamos nuestro recorrido a pie siguiendo el camino que sale por entre el cementerio y la fuente, y que después de cruzar el río Salado por un cercano vado, se adentra en un soberbio cañón de paredes calizas de 200 metros de altura, en cuyos rojizos contrafuertes docenas de buitres se perfilan como gárgolas. Luego el valle se abre y, en media hora a lo sumo, alcanzamos la cola del reciente embalse, el cual vamos a rodear viendo cómo entre los esqueletos crispados de chopos y sauces la vida remonta de nuevo el vuelo en alas de garzas y ánades.

Una flamante pista, construida varios metros por encima del viejo camino -que se pierde bajo las aguas-, nos va a permitir cruzar el muro de la presa como a dos horas del inicio. Desviándonos unos minutos después por otra pista de tierra que sale a la izquierda, nos plantaremos en media hora más en El Atance, un pueblo abandonado, espectral, cuyas tierras se las tragó el embalse y cuyas casas han sido derribadas para evitar reclamaciones. Sólo quedan en pie cuatro tinados, la fuente de 1874, la vieja ermita y la iglesia del siglo XVI, que muy pronto será trasladada piedra a piedra al barrio de la Muñeca Salinera, en la ciudad de Guadalajara.

El regreso, por la orilla contraria, no presenta más dificultad que vadear el cercano arroyo de la Hoz -tributario del Salado-, lo cual haremos buscando paso por el espeso carrizal que cubre su cauce aguas arriba de un antiguo molino. Y ya sólo nos restará seguir el camino que, entre las aguas del Salado y el encinar de la ladera, corre raudo -como los corzos que abundan en esta serranía- hasta Santamera.

Para todos los públicos

- Dónde. Santamera (Guadalajara) dista 150 kilómetros de Madrid. Se va por la carretera de Barcelona (N-II) y por la CM-1011 (antigua C-204) hasta Sigüenza, para luego seguir por la CM-110 hasta Imón y aquí desviarse por una carreterilla local hacia Santamera. - Cuándo. Ruta circular de cuatro horas de duración -14 kilómetros-, prácticamente llana y con una dificultad baja, que puede realizarse en cualquier época del año excepto en los meses de más calor, al discurrir por una hondonada despejada de vegetación. Es apta para todos los públicos y también para bicicletas de montaña.

- Quién. Luis López Vázquez es el autor de 40 excursiones diferentes alrededor de Madrid (Ediciones La Librería), guía en la que se describe otro bello paseo por la zona -de Cirueches a Santamera-, si bien hay que tener en cuenta que, al haberse escrito antes de la construcción del embalse, el itinerario propuesto debe modificarse para cruzar el río por el muro de contención.

- Y qué más. Cartografía: hoja 22-18 (Sigüenza) del Servicio Geográfico del Ejército, o la equivalente (461) del Instituto Geográfico Nacional. Es recomendable además llevar prismáticos para contemplar los buitres del cañón y las aves acuáticas del embalse.

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