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La necesidad de IC-V MIQUEL CAMINAL I BADIA

La evolución de las izquierdas catalanas desde las últimas elecciones autonómicas de hace un año confirma la necesidad de una formación política como Iniciativa per Catalunya-Verds. Es una confirmación necesaria especialmente para ERC y PSC, porque estos partidos han intentado en los dos últimos años una política de ocupación de todo el espacio político de la izquierda a costa de IC-V. ERC lo ha hecho por la vía de olvidarse de la existencia de la federación ecosocialista en sus propuestas de gobierno tripartito y en su estrategia de la equidistancia. Y cuando hablaba de IC-V era para decir: "Se ha suicidado". Los socialistas utilizaron la política del abrazo del oso en plena estrategia electoral maragallista. Hay que decir, también, que parte de la dirección de IC-V parecía acomodarse a este destino fatal con una actitud política de salvar los muebles aunque fuera viviendo en casa de otro.El electorado fiel salvó a IC-V por dos veces, en las elecciones autonómicas y legislativas, pese a las dudas existenciales de su dirección, pese al acoso encantador de los socialistas, pese al silencio interesado de ERC. Suficientes votantes de un PSUC, todavía presente en la memoria, no estaban dispuestos a dividir la última herencia de aquel partido entre una ERC, en el plano de lo nacional, y un PSC, en lo social. Los votantes fieles a una opción política a veces lo son tanto que incluso siguen votándola aunque los dirigentes cometan graves errores. Además, el horizonte de la abstención o del voto en blanco es muy duro para quien se ha pasado toda la vida, especialmente bajo la dictadura franquista, luchando por la democracia.

Es más doloroso, aún, ser un orgulloso psuquero de los setenta y encontrarse en el año 2000 ante el dilema: ¿ERC o PSC? IC-V es necesaria en el panorama político catalán y sus izquierdas amigas han sido las primeras en demostrarlo por la vía negativa. Es de admirar ERC, porque tiene las más bellas siglas de la política, pero no las ejerce. La veo poco republicana y poco de izquierdas. Soberanista, sí. De esto no se puede tener la menor duda. Pero no acaba de convencer un partido cuya simbología está llena de movilizaciones contra peajes y matrículas injustas y discriminadoras para Cataluña. Es una razón a compartir y muy rentable electoralmente. Pero hay cosas infinitamente más importantes para la nación catalana, aunque sean menos rentables en número de votos. Lo que menos se comprende de ERC es su estrategia ante el pujolismo. Carod Rovira y Pujol parecen un matrimonio nacionalista amargado que cada seis meses se dice a la cara lo que hay que decirse: ¿por qué me traicionas?, ¿dónde está tu programa? Pero al día siguiente continúan compartiendo matrimonio nacionalista como si nada hubiera ocurrido. ¿Por qué ERC no se separa definitivamente del pujolismo? ¿Es que también piensa en el pospujolismo y juega a la sucesión? ¡Cuántos sucesores! Mas, Duran, Carod... ¡Demasiados! Al final de tanto alboroto nacionalista, el heredero tendrá cara de Piqué. ERC sabe que siempre es bien recibida en la izquierda. Por eso abusa, y sólo va cuando es rechazada por Pujol. Su concurso es todavía necesario para una alternativa de izquierdas en Cataluña, pero no puede pasarse de lista.

Visto lo que hay, Maragall continua siendo la esperanza de un relevo en la presidencia de la Generalitat. Puede ganar, pero para convencer como alternativa de gobierno debe hacer mucho más. El PSC es el eje de toda alternativa de izquierdas al pujolismo, pero no convence a una parte importante del electorado de izquierdas catalán. Electorado que es lo suficientemente importante como para tener la llave de la victoria, como pudo verse en las últimas elecciones autonómicas. Cuidado, pues, con el abrazo del oso. No es lo mismo ser la Vintró en el gobierno Maragall, que la Gispert en el gobierno Pujol. La primera era independiente porque así la hicieron los votos ganados por IC-V en Barcelona, pero la segunda, no. Después de tantos años de gobiernos pujolistas, no sería bueno tomar el relevo con una nueva serie de gobiernos maragallistas.Maragall sí, maragallismo, no. Una alternativa real al pujolismo será más factible en la medida en que todas las izquierdas se impliquen en ello, sin perder cada una de ellas su identidad política y su espacio electoral. IC-V es imprescindible en este proceso. Alguien debe defender ideas y programas de izquierda, sin hipotecarlos por las exigencias del mercado electoral ni por el objetivo primordial de ganar el gobierno, tal como hacen las socialdemocracias europeas.

El pluralismo del sistema político catalán necesita de IC-V, e IC-V necesita de la renovación interna, si quiere volver a recuperar el electorado perdido. Por comparación, es positivo comprobar como en IC-V se están haciendo las cosas mucho mejor que en Izquierda Unida. Ningún partido tiene credibilidad hacia fuera si la imagen que da es de una permanente e inacabable guerra interna. También es cierto que la calma en IC-V no puede ocultar que el relevo de Rafael Ribó por Joan Saura tiene muy poco de renovación, ya que los dos han dirigido IC desde sus orígenes. En este punto no hay novedad, sino continuidad. Pero el problema fundamental de IC-V, y de la izquierda en general, no puede ser reducido a una cuestión de personas. Todas pueden ser válidas cuando se sabe qué hacer y cómo hacerlo. Nos falta, sobre todo, aquella lejana confianza que en otros tiempos tenían las izquierdas en cambiar el desorden dominante. Tal como están las cosas, no pueden ser tantos los acomodados y tan pocos los contestatarios. Cuando la banalidad se extiende en la sociedad, también crece la semilla del totalitarismo. Pasó ayer y puede suceder mañana. La democracia, si es cierta, necesita ciudadanos libres y no ciudadanos de voto cautivo. Por eso se necesita IC-V, o una organización de izquierdas inconformista y que no tenga miedo a defender la radicalidad democrática.

Miquel Caminal Badia es profesor de Ciencia Política de la Universidad de Barcelona.

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