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FÚTBOL Séptima jornada de Liga

Con la ley del mínimo esfuerzo

El Valencia vence a Osasuna en El Sadar aprovechando otra vez su fortaleza defensiva

Con la ley del mínimo esfuerzo, con dos zarpazos en el momento justo, el Valencia consiguió mantener el liderazgo en un campo tradicionalmente hostil. Pero ahí está el equipo de Cúper. Escrupuloso en el orden defensivo (otra vez Ayala se convirtió en una roca, esta vez de lateral derecho); sobrio en la zona de creación; listo en el ataque (atención al enorme Carew, que mejora cada día: ya no sólo pasa bien, también remata con acierto); concentrado hasta el último instante y, por supuesto, muy fuerte mentalmente, el principal rasgo de un equipo al que no parece ponerle nervioso nada, ni siquiera que el rival se ponga por delante.Justo lo que hizo Osasuna muy tempranito. Culpaba Cañizares a su barrera en el gol de falta del conjunto de Lotina, pero no le asistía ninguna razón. Primero porque Mateo le dio un magnífico efecto al balón, que salvó por afuera la defensa valencianista. Y después porque la barrera estaba exactamente donde le indicó su portero, que fue quien la cuadró. Quizá debió exigir el guardameta que el último hombre que tapaba su palo -Mendieta- estuviera medio metro más a su izquierda, pues ése era el palo que iba a dejar descubierto. Más acertado anduvo Cañizares en la segunda parte cuando salvó otra gran falta de Álex, palmeándola fuera. Otra buena intervención de Cañizares desbarató la clara ocasión de Armentano, quien, solo ante el meta valencianista, telegrafió tanto el disparo que todo El Sadar sabía hacia donde se dirigía el tiro. También Cañizares.

OSASUNA 1 VALENCIA 2

Osasuna: Nuno; Yanguas, Cruchaga, Vidakovic, Mateo; Lekumberri, Ángel (Alfonso, m. 53), Palacios, Sena (Álex, m. 37), Sabino; y Armentano.Valencia: Cañizares; Ayala, Djukic, Bjöklund, Carboni; Mendieta (Parri, m. 90), Baraja, Kily (Vicente, m. 67), Zahovic (Deschamps, m. 75); Sánchez y Carew. Goles: 1-0. M. 6. Mateo, de falta directa, tras superar a la barrera, mal colocada. 1-1. M. 18. Cruchaga marca en propia puerta un centro de Mendieta. 1-2. M. 85. Carew aprovecha un balón que le deja Baraja al borde del área y dispara a gol por la escuadra. Árbitro: García Aranda (colegio madrileño). Amonestó a Ayala, Kily González, Yanguas y Sabino. Unos 16.000 aficionados en El Sadar.

El equipo de Cúper, bien apuntalado en una defensa en la que Ayala actuó sin concesiones de lateral derecho, dominó el resto de la primera parte aprovechando su mayor presencia en el centro del campo. En esa zona precisamente se robusteció tras la reanudación Osasuna, que acumuló hombres y energía para recuperar el control de esa parcela. Lo logró hasta tal punto que Cúper se cansó de Zahovic y mandó entrar a Deschamps, que a partir de entonces sería de gran ayuda para Baraja.

Efectivamente, Deschamps apuntaló al Valencia en el centro del campo al tiempo que permitió a Baraja tomarse ciertas libertades atacantes. En una de ellas, se marchó arriba por primera vez en todo el encuentro. Lo hizo con su determinación habitual. Le dejó el balón a Carew al borde del área y el gigantón noruego se sacó un latigazo que dio la razón a quienes lo seguían en los entrenamientos: tiene un disparo terrorífico. El gol dejó chafado a Osasuna, que se consideró injustamente tratado por la fortuna. Lo era, aunque lo siguió intentado hasta el final. Pero cuando Lekumberri cabeceó al poste después de lanzarse en plancha muy cerca de Cañizares, el grupo de Lotina llegó a la conclusión de que su pólvora estaba definitivamente mojada.

balón a Carew al borde del área y el gigantón noruego, mejor pasador que rematador hasta el momento, se sacó un latigazo seco que dio la razón a quienes lo seguían de cerca en los entrenamientos: tiene un disparo terrorífico.

El gol dejó chafado a Osasuna, que se consideró injustamente tratado por la fortuna. Lo era, aunque lo siguió intentado hasta el final. Pero cuando Lekumberri cabeceó al poste después de lanzarse espectacularmente en plancha muy cerca de Cañizares, el grupo de Lotina llegó a la conclusión de que su pólvora estaba definitivamente mojada.

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