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La designación del director tiñe de polémica la apertura del Institut del Teatre

El próximo lunes se inaugurará la nueva sede del Institut del Teatre, pero cerca del 80% de los profesores estables de la Escuela de Arte Dramático ha anunciado su decisión de no acudir a la fiesta inaugural. El motivo: las serias divergencias con el director general del Institut, Pau Monterde, y con la Diputación de Barcelona, de la que depende el centro. Las diferencias tienen su causa principal en la reforma de los estatutos que, según los profesores, "ha hecho unilateralmente la Diputación", y que niega al profesorado la facultad de intervenir en la elección del director general del centro.

En un documento remitido a los medios de comunicación, los profesores explican su renuncia a asistir a la inauguración como una forma de expresar su "disconformidad con el rumbo que ha tomado la institución desde la aprobación por parte de la Diputación de unos nuevos estatutos". A renglón seguido, se añade como causa de la protesta la "desaprobación" que les merece la actuación del actual director general, Pau Monterde. Los docentes han redactado un comunicado en el que detallan su postura, y que harán público el mismo día de la inauguración.Los 27 firmantes del documento son profesionales de prestigio en el campo de las artes escénicas, entre ellos Hermann Bonnin, Ramon Simó, Jordi Coca, Jaume Melendres, Joan Guillén y Joan Alavedra. Acusan a la Diputación y al director general del Institut de haber actuado a sus espaldas al haber aprobado unos estatutos en los que desaparece el claustro general, con lo que el profesorado sólo puede intervenir en la elección del responsable de cada una de las cuatro escuelas que integran actualmente el Institut, pero no del director general. Además, denuncian una serie de actuaciones, también unilaterales, que consideran muy cuestionables, tales como la decisión de reducir de dos a una las convocatorias de examen en algunos cursos, decisión que ha sido revocada posteriormente.

Según estos profesores, los ánimos se han ido calentando de tal modo que las dimisiones en la escuela de arte dramático se están sucediendo en cadena -los jefes de departamento de interpretación, de dramaturgia y el coordinador de los estudios de tercer ciclo han dejado ya sus cargos-. Estas renuncias provocan que los alumnos no tengan interlocutores, con lo cual la tensión se está contagiando también entre los estudiantes y no se descarta que éstos aprovechen la inauguración para hacer oír sus protestas.

El director general del Institut y el presidente de la Diputación, Manuel Royes, afirman que las posturas entre estos profesores y los responsables del centro son de difícil conciliación. Tanto Royes como Monterde afirman que la reforma de los estatutos responde a una exigencia ineludible para lograr que las titulaciones impartidas en las diferentes disciplinas del Institut estén equiparadas a la licenciatura universitaria. "La implantación de los nuevos planes de estudios nos obligaba a acogernos a un determinado marco jurídico de estructura del centro", afirma Monterde. "La ley nos obligaba a actuar así", remacha Royes.

El actual director general manifiesta que, en su opinión y en la del resto de directores de escuelas de arte dramático de España, este marco legal no es el idóneo, pero hay que aplicarlo mientras siga en vigor. "Hace tiempo que reclamamos una ley de enseñanza artística para regular los centros con escuelas diferentes", afirma. "Hoy por hoy, si quisiéramos someter a votación el cargo de director general no sabríamos cuál debería ser el electorado, porque el claustro general ha desaparecido de acuerdo con la ley", insiste Monterde.

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