RUSIA ABANDONA A SUS HÉROES
Para comprender por qué el pasado miércoles había un montón de medallas tiradas en la calle cerca de la plaza Roja de Moscú, frente al monumento dedicado al mariscal Gueorgi Zhukov -que dirigía las tropas del Ejército Rojo que entraron en Berlín en 1945- hay que explicar que esas condecoraciones no eran como las que los veteranos de la II Guerra Mundial se cuelgan con frecuencia en las grandes conmemoraciones. Ese día eran otros los héroes, y no celebraban nada, sino que se quejaban de un plan que, supuestamente, reducirá sus pensiones como liquidadores de Chernóbil. Así se llama a las decenas de miles de bomberos improvisados que, reclutados de urgencia en toda la URSS, llegaron, a partir de abril de 1986, a esa central del norte de Ucrania en la que la explosión de un reactor (el fatídico número 4) provocó la mayor catástrofe de la historia de la energía nuclear para usos pacíficos. Tras una marcha de cerca de 200 kilómetros desde Tula, los liquidadores (miles de los cuales han muerto desde entonces por los efectos de la radiación) arrojaron sus medallas en protesta por la reciente enmienda a la ley que regula sus pensiones, que oscilan entre los 1.000 y los 5.000 rublos (de 7.000 a 35.000 pesetas), muy por encima de la media de los retirados rusos, que ronda los 700. No les convence el ministro de Trabajo, Alexandr Pochinok, que sostiene que, con la reforma, sólo 1.500 liquidadores saldrán perdiendo, mientras que otros 42.000 cobrarán más. "Siempre están intentando cambiar la ley para peor", le replica Vladímir Naumov, presidente de la asociación de afectados de Tula. El presidente de Ucrania, Leonid Kuchma, ha prometido que el 15 de diciembre se detendrá el reactor número 3, único todavía en funcionamiento, lo que supondrá el cierre teórico de la central.-
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