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Entrevista:

El mago de la televisión regresa al escenario

Este hombre tiene, escondido en el fondo de los ojos, un niño malo, ese vecino de la infancia que disfrutaba asustando a su prima por los pasillos. Este hombre, magnífico fumador de puros, disfruta hablando. Tal vez porque contar cosas fue siempre lo suyo. Y las ha contado en imágenes y de puño y letra y de viva voz. Tiene hasta un pasado aventurero: se enroló en un mercante turco, se ganó la vida trabajando de camarero, fue fotógrafo de señoritas de calendario y llegó -¿quién no ha soñado con ello?- a presentador de un club nocturno en El Cairo. Pecados de juventud de los que le redimió su amor al teatro.Y del teatro -maquinista, electricista, apuntador, actor, director- pasó a la televisión. Porque este hombre fue quien, hace muchos años, ayudó con sus historias de terror a que media España olvidara los otros horrores de cada día. Y consiguió que -aunque fuera fugazmente- el gris de aquella televisión única estallara en chispazos de imaginación: muertos que no lo eran, naves espaciales que no iban a ninguna parte, relojes que seguían funcionando eternamente, asesinos de paraguas húmedos (Historias para no dormir).Y luego, la crítica feroz y divertida a una censura torpe (Historia de la frivolidad), la revolución de los concursos para ser millonarios en una España que salía, poco a poco, del salario base (Un, dos, tres...). Y más tarde, el rojo terciopelo del sexo (Hablemos de sexo). Y después, cine y televisión y más cine.

-Tuve mucha suerte. No es que fuera más listo. Es que llegué en el momento justo, ¿sabe?

Bueno, pues este hombre de timidez reconocida -hora es de decirlo- se llama Narciso Ibáñez Serrador, Chicho. Y acaba de obtener el Premio de Teatro Lope de Vega por su obra El águila y la niebla. Nació en Montevideo (Uruguay) un 4 de julio de 1935.

-Pero inscrito inmediatamente en el consulado español, ¿eh?

Hijo de cómicos, Pepita Serrador y Narciso Ibáñez Menta, escribe a los 17 años una obra de teatro, Aprobado en castidad, que en España la censura convierte en Aprobado en inocencia.

-Se ve que al censor lo de la castidad le sonaba a sexo.

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La obra se estrena en el Lara de Madrid en 1962. Y como autor figura Luis Peñafiel. Hay un cartel en su despacho con dibujos de Mingote que Narciso Ibáñez Serrador mira con afecto. Y es verdad que pone Aprobado en inocencia,de Luis Peñafiel. Lo pone.

-Es que me parecía muy feo que apareciera: autor, Ibáñez Serrador; intérpretes, Pepita Serrador y Narciso Ibáñez Serrador; director, Narciso Ibáñez Serrador. Como Luis Peñafiel he firmado casi toda mi obra escrita.

La venganza, a veces, tiene extraños caminos. Chicho Ibáñez Serrador recorrió una vez el suyo. Él, que había sufrido la censura, destituyó al censor.

-Sí, señor. Yo cesé a mi censor. Me nombraron director de Programas de TVE. Fue cuando aquel espíritu del 12 de febrero, ¿se acuerda?

-Me acuerdo.

-Pues recordará que fue un tímido intento de apertura que duró poco. Pero que aprovechamos para intentar meter algo de aire fresco en la televisión: programas de entretenimiento, obras de teatro de Brecht, de Ionesco, series de Mercero, de Marsillach, de Jaime de Armiñán, empezaron a salir los cantautores, Serrat, Paco Ibáñez... Y un día todo se acabó.

Dura poco la alegría en casa del pobre. Y poco duró en aquella España. El espíritu del 12 de febrero fue visto y no visto. Volvieron la censura, los oficios religiosos. Ibáñez Serrador dejó TVE. Se fue a Argentina. No hay amargura en el recuerdo. Afecto sí por Juan José Rosón, que era el secretario general de RTVE, y por el entonces ministro Pío Cabanillas, ya desaparecidos.

-Creyeron que se podía hacer una televisión más abierta. Fueron grandes personas. Yo me fui y dije: "Ministro, si eres tan consecuente con tus ideas, deberías dimitir también". Entonces no se dimitía. Los ministros recibían, por motorista, el cese en un sobre. Meses después estaba en Buenos Aires y me llamó Rosón. Me dijo que Cabanillas había dimitido. Ya ve: yo me había equivocado.

Cuando las águilas no vuelan

Dice un personaje: "Cuando hay niebla, las águilas no vuelan". Lo dice un personaje de la obra El águila y la niebla, drama ganador del Premio Lope de Vega de Teatro, que cada año concede el Ayuntamiento de Madrid. Su autor es Narciso Ibáñez Serrador. Y en esa frase se encierra la tesis de la obra:-En realidad, se trata de plantear qué ocurriría si hoy volviese a nacer un hombre que en su época destacó muy por encima de los demás, y naciese con todos los recuerdos de su anterior existencia. Es una defensa del individuo en contra de la masificación.

El premio está dotado con dos millones de pesetas, que Ibáñez Serrador donará a la Casa del Actor.

-A mí me ha hecho una enorme ilusión este premio, que además ha tenido ganadores tan extraordinarios como Alejandro Casona o Fernando Fernán-Gómez.

En unos meses reestrenará, corregida y con su título original, Aprobado en castidad. Y más tarde, El águila y la niebla.

-Esto no es una incursión mía en el teatro. Es una vuelta. Ahora, el teatro; luego, a lo mejor, cine...

-¿Y televisión?

-La televisión ahora... Hay muy buena ficción. Se hacen cosas magníficas. He de decir que la productora de Emilio Aragón hace cosas excelentes. Mejores que lo que hacíamos antes. Pero el entretenimiento es terrible. Famosos que lo son por cosas inconfesables... No sé. Yo, que siempre he estado contra las censuras, hay veces que oigo, que veo cosas en las televisiones que...

Tiempos de niebla. Las águilas no pueden volar.

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