El Rayo desnuda a Clemente
Los vallecanos, con tres goles de Míchel, dejan en evidencia las carencias de la Real y su portero
¡Qué festín el del Rayo! Con una placidez extrema, como el que no quiere la cosa, los madrileños desnudaron a la Real de Clemente y se regalaron un 4-1 que les coloca segundos, sólo superados por el Valencia. Al frente de la tropa vallecana se colocó Míchel, que cuajó un partido soberbio, sobrado de facultades e inteligencia y aderezado con tres goles, dos de ellos de libre directo.El Rayo, en su exhibición, se encontró con la colaboración de la Real, un equipo desquiciado al que Clemente le ha robado el corazón y el alma. Atrincherados en su sombra, con la presión y el pelotazo como único argumento, los donostiarras esbozaron en Vallecas una caricatura grotesca de un equipo de fútbol. Sin centro del campo, sin interiores, sin delanteros, sin una propuesta que mostrase un mínimo de imaginación...
RAYO VALLECANO 4 REAL SOCIEDAD 1
Rayo Vallecano: Lopetegui; Alcázar, Ballesteros, De Quintana, Mingo; Iván (Setvalls, m. 46), Helder; Glaucio, Quevedo (Bolic, m. 56), Míchel; y Bolo (Ferreira, m. 74).Real Sociedad: Asper; Fuentes (De Pedro, m. 61), Gurrutxaga, Jauregui, Pikabea, López Rekarte; Collet, Aramburu (Khokhlov, m. 81), Idiakez (Sergio Francisco, m. 61), Aranzabal; y De Paula. Goles: 1-0. M. 10. Excepcional rosca de Míchel en un libre directo que se cuela por encima de la barrera. 2-0. M. 19. Quevedo y Asper luchan por un balón alto que el portero no ataja y cae a los pies de Glaucio, que empuja a la red. 2-1. M. 23. Falta que saca Idiakez desde la derecha y Jauregui, llegando desde atrás, cabecea libre de marca a la red. 3-1. M. 66. Bolo pasa al área, Gurrutxaga falla en el despeje y el balón cae a los pies de Míchel, que marca ajustado al palo. 4-1. M. 72. Míchel, en una falta que saca por bajo y pegada al palo. Árbitro: Puentes Leira. Amonestó a De Paula y Aranzabal. Unas 8.500 personas en el Teresa Rivero.
Sólo tras el 2-0, contestado con el gol de Jauregui y una presión más esforzada, pudo la Real al Rayo, al que hizo perder su estilo y recurrir en exceso al patadón. Pero la Real, por lo que se vio ayer, ha hecho de la negación su razón de ser. Tan emponzoñado está el equipo que todo lo que intenta, todo lo que propone, es contra lo que sea y no a favor de algo. Si el rival toca, choca; si desborda, se recoge; si arrolla, dimite. Consecuencia lógica de un equipo que coloca de salidad a De Paula como único delantero y Aranzábal de interior izquierdo para, cuando el partido está perdido, retrasarle al lateral y cederle su sitio al ninguneado De Pedro. Por no tener, la Real ya no tiene ni un portero decente, garantía que hasta ahora se daba por supuesta en los equipos vascos.
Todo lo contrario ofrece el Rayo, que ha hecho de la discreción virtud. Sin armar ruido ni pretender más de lo que se sabe capaz, el equipo de Juande Ramos se ha instalado en lo más alto de la clasificación a golpe de sensatez. Ayer dio una nueva muestra. Una defensa de cuatro hombres que no pierden su sitio, dos perros de presa por delante (Helder e Iván) para recuperar balones y empezar la jugada, una línea de tres formada por Glaucio, Quevedo y Míchel con el fútbol y la imaginación suficientes para romper el partido, y Bolo arriba trabajándose defensas. Frente a los encorsetados muchachotes de Clemente, los cambios de ritmo de Glaucio y Míchel abrieron constantes heridas en el cerrojo defensivo de la Real. Por ahí llegaron los cuatro goles, y por ahí pudo llegar alguno más si los vallecanos hubiesen estado más despiertos para aprovechar las pifias de Asper.
Debía tener razón Clemente. Alberto, después de tantos años como titular, necesitaba sentir el escalofrío de la competencia. A estas alturas de Liga, después de sólo seis jornadas, debe estar tiritando. Al sueco no hay quien le gane, aunque el chico anda despistado. En vez de parar goles, los encaja. A los seis de hace una semana le siguieron ayer cuatro, y eso que detuvo un penalti al filo del minuto 90.
Poco le importó al Rayo, que ya andaba de fiesta jaleado por una afición que reclamaba a Camacho un sitio para Míchel en la selección, entonaba un murmullo irónico cada vez que un balón se acercaba a Asper y cantaba a grito pelado ¡¡Clemente vete ya!!
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