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La pelea entre Rojas-Marcos y Pacheco eclipsa la discreta victoria de Ortega en el congreso del PA

El PA consiguió ayer la cuadratura del círculo: salir de un congreso peor que entró. Lejos de dirimir el litigio abierto entre oficialistas y críticos, el 12º congreso ha doblado la crispación, con una nueva ejecutiva que tan sólo ha alcanzado un 58,2% de los apoyos, porcentaje muy por debajo de sus expectativas. La figura de Antonio Ortega, que repite mandato, quedó eclipsada por la bronca monumental de Alejandro Rojas-Marcos y Pedro Pacheco. Se trataba de borrar en el cónclave la dualidad endémica que parte en dos a los andalucitas; sin embargo, más que hace tres días, el PA se escribe con estos dos nombres.

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El sector oficial pensaba que, una vez descartada la alianza entre los críticos Antonio Moreno (Nuevo Andalucismo) y Mar Calderón (Mayoría por el Cambio), el congreso se cerraría sin sobresaltos con más de un 65% de los votos a su favor. Pero hubo una sorpresa: Alejandro Rojas-Marcos aprovechó su intervención en la defensa de la lista del Consejo Andalucista, que encabezó como candidato a la presidencia, para ajustar cuentas con Pedro Pacheco y arrojar de golpe todo lo que, según sus palabras, había callado desde las elecciones "por disciplina".Relató que en la víspera del 12 de marzo, fecha de las pasadas elecciones autonómicas, Pacheco, que había sido el candidato a la Junta, le pidió que participara en un compló para acabar con Antonio Ortega: "Como le respondí que no, entonces me dijo que acabaría conmigo". Después, hiló el histórico dirigente, vinieron las "calumnias y las injurias sobre una supuesta trama financiera para llevarme el dinero, sin aportar ni un papel y ni una sola prueba". Y subió el tono: "¿Os podéis imaginar cuánto daría yo por debatir cara a cara con Pedro Pacheco? ¿Dónde está? ¿Convocando una rueda de prensa? ¿Si de verdad hay una trama, cómo es que no la denuncia?".

Como colofón a su discurso, que dividió al plenario con aplausos y rostros circunspectos, Rojas-Marcos dijo que de Mayoría por el Cambio y Pacheco le separa un "abismo: el de los gritos en la puerta, el terror incruento, el todo vale", y explicó que el clima de tensión de los prolegómenos del congreso le habían obligado a presentarse: "No sólo se vota un modelo, sino la dignidad del partido y el honor de dirigentes y militantes".

El eco del alegato de Rojas-Marcos dejó cierta turbación en los pasillos del Palacio de Congresos de Torremolinos. Los discursos de los tres candidatos a secretario general, que no habían concitado mucho interés en el plenario por la reiteración de argumentos, pasaron a un segundo plano, sobre el todo el de Antonio Ortega, quien creyó que este congreso era su oportunidad de consolidar el liderazgo que viene tejiendo pacientemente en los últimos cuatro años con la ayuda de su Consejería en el Gobierno del socialista Manuel Chaves.

De ser el gran protagonista, Ortega se contempló, cómo una vez más la dualidad de los dos dirigentes históricos del partido -que, según ha repetido hasta la saciedad, él ha querido quebrar con tanto afán- se imponía sobre cualquier otra lectura. Lejos de cerrar página de la bicefalia, de consagrar la famosa proclama de "ni uno ni otro", la nueva etapa del PA se ha abierto en el mismo punto que quedó en 1993, cuando se fracturó en dos fuerzas distintas.

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Los votos de la candidatura de Ortega (316, un 58,2%), siete puntos por debajo de lo que alcanzó el informe de gestión, es un discreto resultado, que coloca al partido en una situación más difícil de la que estaba, ya que el otro 41% que se reparte en las opciones críticas -20,88%, Calderón; y 20,14%, Moreno-, de momento, están sin representación en la ejecutiva y con el telón de fondo de la guerra abierta entre Alejandro Rojas-Marcos y Pedro Pacheco.

Este último dio por terminado su compromiso de dar un paso atrás y estar en la retaguardia: "En el futuro tengo libertad para participar en Mayoría por el Cambio, que se va a consolidar y organizar más como corriente". El jerezano respondió al embate de Rojas-Marcos con una dureza extrema: habló de partido con connotaciones mafiosas, oscurantistas, con chantajes, amenazas y dependiente de conglomerados de intereses financieros y urbanísticos. E incluso hizo un juego de palabras con el lema del congreso, La fuerza de los hechos, para apoyar su teoría: "Espero que el PA no llegue a ser la fuerza de los cohechos". Pacheco se mostró sorprendido por el "desgarro y la obra teatral" de su adversario, y le emplazó a enseñar la declaración de la renta: "Ahí se verá que lo que cobra no se corresponde con el nivel de vida que lleva".

Antonio Ortega hizo como si nada hubiera pasado y aseguró que se sentía muy satisfecho con el resultado. Ni siquiera quiso mencionar el enfrentamiento. Para él, es un capítulo cerrado .

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