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Dos décadas de ausencias

Cristina Vázquez

Dos billones de pesetas

La Bolsa de Valencia no fue reconocida oficialmente hasta 1980 pero en esta plaza existía una intensa actividad en la negociación de valores mobiliarios desde mediados del siglo pasado. El libro 20 años de la Bolsa de Valencia, editado por la Fundación Profesor Manuel Broseta con motivo de este aniversario, ha reconstruido, por boca de sus protagonistas más recientes, la historia de una institución financiera que nació gracias al tesón de varios de sus actores. Los intentos de crear un mercado de valores se han repetido con desigual fortuna desde comienzos del XIX. En 1828 un ministro del monarca Fernando VII denegó a la ciudad el derecho a una Bolsa. Tampoco prosperó la segunda tentativa en 1860 a instancias del poder público y que la burguesía valenciana no secundó por la crisis de la industria sedera y el desvío de capitales a un todavía incipiente negocio de la naranja y el viñedo. El fracaso de las sociedades de crédito contribuyó también a que el dinero acabara refugiándose en la segunda mitad del siglo pasado en la tierra. Ya entonces funcionaba la Bolsa extraoficial, creada en Valencia en 1863, y donde se negociaban obligaciones de los ferrocarriles, acciones de sociedades de crédito y títulos de Aguas Potables.

Comenzado este siglo, según escribe el ex presidente de la Bolsa Joaquín Maldonado Chiarri en el libro, se produjeron dos nuevos intentos. En 1931, la Cámara de Comercio de la ciudad solicitó formalmente la constitución de la Bolsa gracias a la iniciativa del financiero local Ignacio Villalonga. "De esta acción no se derivaron consecuencias prácticas, quizá porque la inversión bursátil de los valencianos es temporal. Destinándose a la larga a la inversión real", cuenta el ex presidente. En 1934 se repitió la iniciativa, pero tampoco salió nada de todo ello. El estallido de la Guerra Civil paralizó dos años después la actividad bursátil, a la que se volvería en Valencia en 1940 con el Bolsín extraoficial. La concentración de bancos, la mayoría con sede en Madrid, provocó también una centralización de los depósitos y la decadencia del mercado, auspiciado por el Colegio de Corredores de Valencia y emplazado en la calle de Pascual y Genís.

"La aspiración de la sociedad valenciana de que Valencia tenga su Bolsa no decae", prosigue Maldonado, y es en 1952 cuando se produce el intento más importante de todos "y, si bien, fracasó", continúa Maldonado, "su impulso sirvió de base para la creación del Bolsín, primero, y posteriormente de la Bolsa". Ese año Valencia solicitó los permisos al Ministerio de Hacienda para constituir un mercado bursátil, pero el proyecto se vio, una vez más truncado, por la reacción contraria de algunas instituciones. Mientras la Bolsa de Barcelona apoyó el proyecto, las de Madrid y Bilbao lo rechazaron. El Consejo de Economía Nacional también lo desaconsejó y "la respuesta del Consejo de Estado fue el silencio", escribe Joaquín Maldonado Almenar, presidente de honor de la Bolsa de Valencia.

Los sectores económicos y ciudadanos mantuvieron la presión a favor de un parqué valenciano. La remodelación legal de 1964, donde se regulaban los Bolsines Oficiales, permitió, seis años después -en mayo de 1970- el nacimiento del Bolsín Oficial de Valencia. El mismo que una década después se convirtió en la Bolsa actual, en cuyo decreto de creación y a modo de reparo moral, se reconoce que no es ex novo.

La presencia en aquella época de dos valencianos en Madrid -Manuel Broseta, primero senador y después secretario de Estado para las Comunidades Autónomas, y Fernando Abril Martorell, vicepresidente económico del Gobierno-, fue decisiva en el reconomiento de la Bolsa, según coinciden los colaboradores de la publicación.

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Una veintena de intermediarios iniciaron en el cuarto trimestre de 1980 las sesiones en Pascual y Genís. El volumen negociado ese año fue de 3.600 millones de pesetas, una cantidad que se multiplicó por tres un año después.

Las transacciones continuaron en ascenso hasta 1989, año de creación del Mercado Continuo, en el que la cifra de negocio se redujo a la mitad. Se pasó de 188.000 millones de pesetas en valores negociados (ver gráfico) a los 99.000 del siguiente ejercicio. Los altibajos continuaron hasta el año 1995, en que arranca de nuevo la contratación.

El crecimiento desde entonces ha sido espectacular. A principios de octubre, el parqué valenciano, emplazado en el palacio gótico de Boïl d'Arenós, supera los dos billones de pesetas. Pero "la Bolsa más joven de España, la más pequeña y la que más ha crecido en los últimos años", terminará este año con una cuota del 4% del Mercado Continuo. Aurelio Martínez, ex consejero socialista de Economía y Hacienda y catedrático de Economía Aplicada, pone de relieve cómo las grandes ausentes en la Bolsa de Valencia siguen siendo las empresas valencianas. Sólo una treintena del censo cotizan en el parqué local y otras seis entidades operan exclusivamente con renta fija. En este escenario se han multiplicado los esfuerzos por parte de los responsables de la Bolsa de Valencia de extender y elevar la cultura bursátil en la comunidad autónoma. La institución cuenta con un centenar de clubes de inversión, donde cerca de un millar de personas pierden el miedo a la Bolsa. La creación, hace 10 años, de la Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros, camina en el mismo sentido, y aunque un proyecto como el mercado de futuros de cítricos haya fracasado estrepitosamente, existe todavía un colectivo que apuesta por la Bolsa de Valencia como fórmula de desarrollo financiero y económico.

La proliferación de los mercados electrónicos, la velocidad de las transacciones y el proceso de concentración de la bolsas de todo el mundo, han obligado al mercado de valores valenciano a especializarse en un segundo mercado: el de pymes. "¡Lo más difícil en el ejercicio de adivinar es saber qué es lo que va a pasar en el futuro!", afirma el director de la Bolsa, Francisco Álvarez, en alusión a una frase atribuida a Winston Churchill. "El contexto es prometedor, pero las cosas no se hacen solas", sentencia.

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Sobre la firma

Cristina Vázquez
Periodista del diario EL PAÍS en la Comunitat Valenciana. Se ha ocupado a lo largo de su carrera profesional de la cobertura de información económica, política y local y el grueso de su trayectoria está ligada a EL PAÍS. Antes trabajó en la Agencia Efe y ha colaborado con otros medios de comunicación como RNE o la televisión valenciana À Punt.

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