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Tribuna:EL DEBATE DE LA TELEVISIÓN PÚBLICA
Tribuna
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RTVE vale una fortuna...

El domingo 8 de octubre publicó EL PAÍS un largo informe, muy subrayado con los honores de la primera página, sobre las televisiones públicas, estatales o autonómicas, presentadas como económicamente ruinosas, pero políticamente rentables.Hay poco que discutir sobre esos extremos y el informe es, formalmente, impecable. Pero, en lo tocante a RTVE (el fenómeno autónomico es aún reciente, incluso está en vías de implantación y lo dejo deliberadamente al margen) se queda corto y es reduccionista y un poco ingrato. Peca del pecado que se puede advertir en el Gobierno al pasar el ente público a la SEPI y que expresó muy bien Karl Polanyi: "Nada oscurece más nuestra visión de la sociedad que el prejuicio economicista".

Hasta se puede defender a RTVE, creada a finales de los cincuenta e inserta en una importante Dirección General de Radiodifusión y Televisión y convertida en un altavoz del régimen franquista. Monopolio de Estado, financiado con cargo a los Presupuestos, hubo que llegar a 1989 para que un Gobierno (socialista) produjera el marco jurídico que permitió la aparición de televisiones privadas.

En ese momento, cuando los editoriales felicitaron a coro al Gobierno modernizador y pluralista, el de turno debió hacer lo que no hizo (aunque algunos se lo indicamos): definir el nuevo modelo para la RTVE pública, su financiación incluida. El público, aún acostumbrado a la gratuidad del servicio, habría entendido alguna clase de fórmula de contribución, canon u otra, lo que, con alguna explotación publicitaria, tasada, habría permitido mantener la excelente situación patrimonial y financiera de la entidad. Recuérdese que a finales de 1986, cuando dejó la Dirección General José María Calviño, el superávit pasaba de los 7.000 millones de pesetas.

RTVE nos había acompañado hasta entonces, mal que bien, y -lo que más deseo subrayar, pues olvidos así no son justos- había prestado grandes servicios al país. Aunque parezca exagerado, sería imposible enumerarlos todos y me ceñiré a unos pocos, comprensibles por particularmente relevantes. ¿Se entendería la música contemporánea española sin Radio Clásica, sus encargos, sus empleos, sus promociones? ¿No ha sido una contribución decisiva al renacimiento del mejor flamenco esa Radio Dos? No sé, claro está, lo que estos dos casos arrojan a la deuda famosa, los casi 700.000 millones, pero la que sea está más que justificada.

Sigamos: RTVE ha dedicado a producir o difundir cine español varias decenas de miles de millones y es absolutamente co-responsable de su vigencia y su vigor. Más: hay una Orquesta y Coros de RTVE, cuya calidad creciente y consolidación están reconocidas. La fundó un tal Manuel Fraga con un tal Ígor Markevitch, ¿recuerdan? Muchas importantes radios públicas en Europa disponen de grandes formaciones similares (la de Baviera es el modelo sobre el particular). Algo más: ¿saben por qué vemos con detalle y rigor cada desplazamiento de los Reyes de España al extranjero? Porque RTVE paga los enlaces vía satélite y manda un equipo entendiendo que es su deber. ¿Qué cadena transmitiría íntegramente los debates sobre el estado de la nación? ¿Por qué están informados de nuestra vida diaria los misioneros en Burundi o los hombres de negocios en Manila? Porque Radio Exterior lleva medio siglo haciéndose oír, y la TV algunos años haciéndose ver con una programación internacionalmente distribuida. Hace falta viajar lejos para comprender lo que vale esto (en la deuda estará, desde luego).

Alguna cosa más: RTVE fue, tras ser un elemento dinamizador del aperturismo en la Segunda Cadena de los setenta, fue un instrumento potente, decisivo incluso, en los grandes y difíciles días de la transición democrática. Ciertos telediarios inolvidables hechos por redacciones conectadas con el cambio son indisociables de la memoria histórica. Y, heredera de cadenas del Movimiento, las asumió con rigor empresarial y madurez política: estableció dentro la reconciliación y la normalidad que se implantaba, felizmente, fuera.

En resumen, RTVE debe mucho dinero y pide cambios y el fin de un cierto modelo. Pero los jóvenes tecnócratas de la SEPI deben hacernos el favor de no ofendernos con ciertas equiparaciones y acomodarse a la tesis, perfectamente legítima, de que la deuda es del Reino de España, extraño deudor y acreedor al mismo tiempo. Este asunto no es hacer rentable una factoría a como dé lugar. Aquí hay un pálpito de envergadura histórica que postula algo de comprensión y mucha altura de miras, un cierto gaullismo industrial como el que respiraba el INI en los buenos tiempos. Jubílese al monstruo, pero con decoro y buena nota, pese a todos los pesares. Como cantaba Marilyn Monroe en Río sin retorno, y pensando en su hombre: "Vale una fortuna, pero no en metálico".

Enrique Vázquez es periodista y ha sido director de los Servicios Informativos de Televisión Española.

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