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DRAMA EN SAN BLAS

El matrimonio y sus tres hijos murieron fulminados por el monóxido de carbono

Una familia arrasada por una muerte dulce: la que produce el monóxido de carbono. Así perecieron Juan Carlos Herrero, su esposa María del Mar José Ruano, y sus tres hijos Óscar, Álex y Álvaro, cuyos cadáveres fueron encontrados ayer en su casa de la calle de los Gremios, en San Blas. La muerte sorprendió, sin avisar, a los dos adultos y a sus tres hijos. María del Mar, la madre, fue hallada semidesnuda en la bañera; su esposo, caído en el cuarto de aseo; Óscar, el mayor de los niños, en la cama del dormitorio conyugal; y los mellizos Álex y Álvaro en sendas camas de la otra habitación. La mala combustión de un calentador de agua fue el posible origen del drama. Y, además, las rejillas de ventilación estaban aparentemente cegadas.

Nadie responde

María del Mar José Ruano, de 36 años, dio de cenar a sus tres hijos a última hora de la tarde, después de llegar a casa tras finalizar su jornada laboral en una pequeña empresa familiar. Luego les bañó, como acostumbraba a hacer cada noche. Una vez aseados, acostó a los dos dos más pequeños en sendas camas de su cuarto. Accedió a que el mayor de los niños, Óscar, de tres años, se metiera en la cama matrimonial porque últimamente estaba asustado y tenía pesadillas. "En sueños gritaba: '¡No me quitéis a mis tates! ¡No me me quitéis a mis tates!' [en referencia a sus hermanos], según recordaba ayer María de los Ángeles Jiménez, la mujer que se encargaba de cuidar a los niños cuando sus padres estaban trabajando. Y Óscar maldormía porque tenía pesadillas, debido a que a su hermanito Álvaro le había mordido en la mejilla uno de sus compañeros de colegio. No era la primera vez. La última ocurrió el pasado martes.La reconstrucción policial de los hechos supone que, una vez acostados los tres niños, Marimar, como le conocían sus familiares y vecinos, se preparó un baño. Su marido, Juan Carlos Herrero, de 31 años, que trabajaba de empleado en una industria metalúrgica del sur de Madrid, esperaba su turno para el aseo en el interior del baño, mientras fumaba un cigarrillo.

El calentador de agua, instalado en la terraza-tendedero de la cocina seguía quemando gas butano. Y, sin que nadie lo advirtiera, produciendo también el morífero monóxido de carbono: un gas inodoro que mata dulcemente, sin avisar, a traición.

Marimar, que sólo conservaba puesto el sujetador, cayó inconsciente dentro de la bañera. Su marido quedó tendido en el suelo del cuarto de baño, con el pantalón puesto, descalzo y sin camisa. Apenas tuvo tiempo de dar una calada al cigarrillo que acaba de encender y que se consumió solo, como pudo comprobar la policía horas después.

A las 8.30 de ayer, María de los Ángeles Jimenez, llamó a la puerta del piso primero de la finca número 13 de la calle de los Gremios, como hacía cada mañana, de lunes a viernes. Iba a recoger a los tres niños para llevarlos a la guardería del colegio de Santa Marta de Babio, en la cercana calle de Arcos de Jalón. Nadie le abrió y, lógicamente, se alarmó. La niñera decidió avisar a una hermana de María del Mar, que se presentó rápidamente en el lugar. Al comprobar que nadie respondía dentro del piso, las mujeres bajaron a la calle y pararon a un coche patrulla que pasaba por alli.Dos policías subieron al piso. Pidieron la llave del domicilio a Julia, la vecina de enfrente, que tiene una copia. Los agentes lograron así abrir la puerta, aunque la cadena de seguridad estaba echada, por lo que decidieron forzarla.

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Los dos policías, acompañados de las mujeres, hallaron respuesta a todos los enigmas: descubrieron, horrorizados, los cadáveres. Primero, los del matrimonio - "Marimar estaba flotando en la bañera, boca arriba", recordará para siempre la vecina Julia- y después los de los pequeños Óscar, Álex y Álvaro.

El grifo de la pequeña bañera estaba abierto y la televisión encendida. Todas las ventanas estaban cerradas y los cristales cubiertos de vaho. En el calentador de agua seguía ardiendo la llamita del piloto. "Pero no olía a gas", según uno de los policías´ que inspeccionó el piso, de apenas 40 metros cuadrados.

Las investigaciones apuntan a que el origen de las cinco muertes fue el monóxido de carbono producido por una mala combustión del gas butano que alimentaba el calentador de agua, instalado en la terraza-tendedero de la cocina. En este punto deberían existir dos rejillas de ventilación -una a ras de suelo y otra cerca del techo- para facilitar la aireación. Sin embargo, los bomberos destacan que "las rejillas de ventilación, en caso de que existan, están tapadas con muebles" y "no son visibles, al menos desde el interior de la vivienda", según el informe realizado por el servicio contraincendios del Ayuntamiento.

El monóxido es un gas inoloro, que provoca la denominada muerte dulce: su inhalación causa, primero, la pérdida de la consciencia, parálisis de las piernas, y luego... la muerte.

La instalación de gas de la casa está alimentada con dos bombonas de butano. Fue contratada con Repsol hace un año, según explicó ayer un portavoz de esta empresa. "No había sido revisada recientemente porque era nueva y no había cumplido el plazo de revisión", agregó la misma fuente.

El matrimonio se fue a vivir a esta vivienda hace tres años. María del Mar José se la compró a su hermana mayor, Yolanda, propietaria de la pequeña empresa Yolanda J. Ruano, S.L., que se dedica a la representación industrial y tiene su sede en la calle del Idioma Esperanto, en el mismo barrio. María del Mar trabajaba como oficinista en esa empresa.

La muerte de Juan Carlos, Marimar y sus tres hijos ha sido un nuevo mazazo para los vecinos de San Blas. "Parece que nos caído encima una maldición...", se quejaba una mujer a la puerta de la vivienda donde ayer ocurrió la tragedia. Y ella y cuantas le rodeaban recordaron entonces que el pequeño Israel A., de 12 años, falleció la semana pasada, a pocos metros de allí, intoxicado por la metadona y otros fármacos que le dio su madre -ex drogadicta- para calmarle el dolor de muelas.

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